José María Ortiz de Pinedo cierra, a lo grande, una gran temporada

En el hoyo 3 ya se cruzaban apuestas: ¿Aguantará Luis Garrido hasta el hoyo 13? ¿Resistirá hasta el 14? Ni los 11 puntos que por la modalidad de la competición tenía que darle José María Ortiz de Pinedo a su competidor, ni la excelente temporada de su competidor parecían ser motivo suficiente para que ninguno de los que, con buen criterio, decidieron acompañar a la partida que cerraba el calendario de competición de Aldeamayor club de Golf, llegaran a imaginar que, en ningún momento, al jugador con mejor palmarés de Castilla y León le fuera a temblar la mano en esta ocasión. 

 

En su primer golpe, Luis Garrido tiene la mala suerte de caer al bunker de la calle del 1 (perfectamente colocado a la caída del drive como pusiera de moda Niklaus en sus magníficos diseños); flaqueza que no desaprovecha el mayor de los Ortiz de Pinedo para ganar el hoyo embocando un birdie con un magnífico pateo a 3 metros de bandera. Así con 3 pares y tres birdies por parte de un imparable José María, la partida se planta en el hoyo 7 con 5 puntos de ventaja para el favorito y lo que es peor sin que el juego de Luis Garrido hiciese prever ningún cambio en el marcador. En el hoyo siete Luis Garrido, muy agarrotado hasta ese momento, consigue hacer valer la ventaja de punto que el handicap le proporciona y rebajar la diferencia a 4; pero un birdie de Chema en el 8 y un par en el 9 por dos bogeys de su adversario hacían presumir que los vaticinios de los peores augures iban a cumplirse. Así fue. Al donostiarra afincado desde niño en Valladolid le bastaron 4 pares, a pesar de un pequeño tropiezo en el hoyo 12 (los ricos también lloran, los jugadores de handicap positivo también hacen bogeys), para cumplir con los pronósticos y, en el hoyo 14, proclamarse campeón del Torneo Match Play de Aldeamayor Golf.

 

Indiscutible victoria del indiscutible José María Ortiz de Pinedo que demostró que con un magnífico juego de tee a green y pateando como solo lo hacen los campeones, por ahora y mucho nos tememos que por mucho tiempo, no hay nadie que le haga sombra.