No pesan los años...
Entre los asistentes había campeones de España, internacionales, jugadores de máxima competición, árbitros, entrenadores, y un sinfín de cargos más que atosaro este grupo de ilustres, referencia del voleibol vallisoletano en los últimos años. Como dice el refrán castellano "no están todos los que son pero sí son todos los que están".
Una veintena de personas que desde hace unos años se reúnen antes de Navidad para disfrutar de una jornada, que comenzó siendo una cena de amigos pero que también incluye ya un partido de voleibol digno de ser visto y analizado por las nuevas generaciones.
El lugar: El histórico gimnasio de Ruiz Hernández. La hora: Las siete de la tarde. Los participantes: Los que se atrevieron, que no fueron muchos -menos de los que luego sí estuvieron en la cena-, pero que dejaron el pabellón muy alto. Un cuatro para cuatro a campo completo, que terminó siendo un cinco para cinco, pero que parecía más un duelo Brasil-Cuba o USA-URSS de épocas anteriores.
Una hora sin piedad donde se pudieron sacar conclusiones para el futuro. Laso demostró que la gravedad no existe para él, José Antonio Llorente seguïa con su ya tradicional retención en el toque de dedos -que todos los árbitros de este país le han permitido-, Rubín dejó su sello en el pase, César su infinidad de recursos técnicos en el remate, Quique su potencia y sus muelles infinitos en los pies, Leopoldo con su visión de juego y Frechilla con su colocación en el bloqueo.
Kilos y kilos de calidad
Un partido que tuvo a un espectador de lujo, mito del voleibol local y actual responsable de la Universidad de Valladolid Santiago Toribio, que por cuestiones laborales o quien sabe si impresionado por lo visto sobre el parquet, no se quedó hasta el final del encuentro.
Ganaron los buenos, 2-1 a los menos buenos, y eso que estos últimos contaron con el "refuerzo" de Fátima, una cadete de la Universidad que también puso toda su clase y potencia en los puntos decisivos del tercer set.
La jornada continuó horas más tarde con la tradicional cena, a la que acudieron más "convocados" y que demostró que los años no han terminado con el bueno humor y con las anécdotas de aquellas temporadas exitosas de cadete o juveniles. Lo que sí ha cambiado, y no siempre para bien, han sido los cuerpos. Pero eso hoy no viene a cuento.