La etapa más difícil de contar
Chus Rodríguez, enviado especial
No empezaba bien el día cuando los equipos participantes que se disponían a tomar la salida en pleno centro de León, excepto dos, no habían estampado su firma en el control cinco minutos antes del comienzo de la etapa. Un atasco en una de las principales arterias de tráfico leonesas retrasó el inicio en casi veinte minutos. Eso, unido a la lluvia que arreciaba junto a la sede central de Caja España, punto de partida, llevo el caos a organización, directores de equipo y ciclistas.
A la vez, llegaban malas noticias desde el puerto de El Morredero, donde finalizaría la etapa. Mucha niebla y dificultades para las emisoras de radio, puesto que había sido imposible habilitar las líneas rdsi para poder ofrecer un sonido nítido y sin cortes. Los primeros responsables de la organización en llegar ya avisaban de que incluso habría problemas de cobertura.
Así que cada uno se buscó la vida como pudo. Algunos estuvieron con el pelotón de principio a fin y otros se fueron directamente a meta. Los más intrépidos optaron, tras consultar con la organización, por seguir la etapa desde uno de los coches neutros de cabeza de carrera. No sólo hicieron su trabajo, también avituallaron a ciclistas, les recogieron las prendas de abrigo y les empujaron para que reemprendiesen la marcha después de un pinchazo. Eso sí, no apto para cardíacos: descensos a velocidad de vértigo, barrancos a centímetros y siempre al límite de tocarse con ciclistas y coches de equipos y árbitros. Un sucedáneo entre periodismo y mecánica en toda regla que permitió a nuestros compañeros ver y contar de forma privilegiada la etapa reina de esta Vuelta. Una lección de ciclismo auténtico.
Las dificultades con la cobertura en los distintos puertos de montaña propiciaron que algunos, con tres móviles a su disposición, narrasen el ascenso al Alto de Foncebadón con Vodafone, al de Onamio con Orange y al del Morredero con Movistar. En meta, la cosa se complicaba y cada uno se buscaba la vida como podía, incluso pidiendo móviles prestados para buscar la mejor comunicación. Debieron funcionar, ya que Igor Antón y Alberto Contador estaban rodeados de ellos una vez que superaron la línea de meta.