De los Pirineros al Himalaya en un largo sueño
Cuando el 17 de mayo de 2010 Edurne Pasaban coronaba el Shisha Pangma y se lo convertía en la primera mujer en hollar los 14 ochomiles acaba un proyecto que había comenzado diez años antes. Un camino que reconoce difícil por renunciar a su vida personal, que le llevó a una depresión profunda, pero que le ha confirmado que escogió la opción correcta, lo que a ella le gustaba y, sobre todo, reconoce que "lo mejor que he tenido siempre han sido mis compañeros y amigos".
Edurne Pasaban contó a los que se acercaron a la Sala Borja en su primera visita a Valladolid que "para mí es mucho más, no puedes ir contra lo que tú sientes, a mí lo que me gusta es esto"; así de rotunda, aunque no siempre lo tuvo tan claro. La alpinista habló en una charla, intercalada con vídeos de sus ascensiones y organizada por el Gure Txoko, el largo recorido que empieza en las montañas de los Pirineros y le lleva al Himalaya.
Con 14 años se apunta a un club de montaña y a un curso de escalada con sus amigas "porque nos gustaba el profe"; con 15 años viaja a los Alpes y con 18 a los Andes. "Siempre he tenido la suerte de aprender mucho de la gente con más experiencia y conocer muchos sitios", afirma. En 1998 acude con una de expedición de amigos de Tolosa, su pueblo natal, a su primer ocho mil, pero no subieron. "Con el tiempo, de todo se aprende" y cuenta anécdotas de aquella experiencias cuando era tan inexperta.
Es en 2001 cuando comienza ese sueño al subir el Everest y cuando su padre le manda decidir a qué se va a dedicar. Ingeniero técnico industrial, deja de trabajar con su padre y regenta una casa rural-restaurante con el que poder financiar sus expediciones porque "yo me puedo considerar profesional de la montaña desde hace solo 3 años". En 2002 subió dos montañas de 8.000 metros y en 2003, tres, pero fue en 2004 donde todo cambió. Recbió la invitación de "Al filo de los imposible" para subir "la montaña maldita del K2", una de las más difíciles. "Fui con muchas dudas, pero no podía dejar pasar la oportunidad de ir con alpinistas punteros", asegura.
La bajada se complicó mucho y junto a Juanito Oiarzabal sufrieron congelaciones en los dedos de los pies. A partir de ahí, una lenta recuperación de dos meses en silla de ruedas y una época díficil que le lleva a preguntarse si esto merece la pena. Tras una depresión muy grande que deja en blanco el año 2006, se deja convencer por sus amigos de "no quieras ser lo que no eres" y organizan una expedición que les lleva al Broad Peak en 2007.
El reto
Es ahí cuando se da cuenta de "a mí lo que me gusta es esto" y se plantean el reto de completar los 14 ochomiles, cuando les quedaban cinco. Al Kangchenjunga, de casi 8.600 m, "le tenía miedo porque pasas mucho más rato por encima de los 8.000". Tras 38 horas sin comer ni beber sufre una "tremenda pájara" que hace que durante dos días sus compañeros la bajen a rastras literalmente hasta el campo base. Es ahí cuando su tono, natural y simpático durante toda la charla, se emociona al decir que "son grandes alpinistas, pero mejores personas".
Mientras tanto, la surcorena Oh Eun-Sun ha escalado 13 ochomiles en los tres últimos años, "uno detrás de otro", financiada por el Gobierno con 5 millones de euros. Por lo que a principios de 2010 se plantean subir los dos que le quedan (Annapurna y Shisha) en primavera para intentar ganarla. Llegaron un mes antes y escalaron el Annapurna solos, pero cuando llegan al Tíbet, las nuevas tecnologías -de las que dice que no es muy partidiaria pero sus compañeros devoran todos los blogs- les informan de que la surcoreana ya ha hollado primero. Ella se planta ante su expedición que está alicaída y les convence de que están allí por ellos mismos, por completar un largo y difícil sueño que se convierte al fin en realidad 10 años después.