Fútbol | Real Valladolid
Vaivenes en el averno
14 de Junio de 2011
El pasado domingo, el Real Valladolid se quedó fuera del playoff. Lo eliminó un Elche duro y tramposo con una barra libre permitida por el trencilla. Un final traumático para una campaña aciaga, demasiado irregular, en la que desde su inicio se ansiaba un ascenso fulgurante.
Antonio Gómez, apuesta personal de Carlos Suárez, comenzó con buen pie. Parecía que sus novedosos métodos habían calado y que la plantilla era superior al resto. Al menos eso se desprendía de los primeros partidos del campeonato en los que el Real Valladolid exhibió voracidad y un fútbol apabullante.
Sin embargo, las jornadas pasaban y el equipo perdía fuelle. A domicilio carecía de carisma, de hechuras de gallito y cada vez le costaba más arañar algún punto cuando no se resguardaba bajo el aliento de Zorrilla.
Un feudo, el blanquivioleta, que también dejó de ser inexpugnable, dejando a Antonio Gómez sólo ante el peligro. Se acabó la fe y, a un mes de las navidades, se le enseño la puerta de salida cuando el equipo todavía estaba metido en puestos de playoff. Le suplió Abel Resino, quien cuajó horripilantes guarismos hasta que encontró la fórmula de la Coca-cola.
Seis derrotas, una victoria y un empate situaron a los blanquivioletas cerca de la quema, del descenso a Segunda B. La crisis era salvaje y el puesto de Resino pendía de un hilo. Los fichajes de invierno no entraban hasta que todo cambió en Huelva, justo cuando el técnico halló lo que andaba buscando.
Encontró un once tipo solvente, equilibrado y con pólvora, sobre todo la que imponía el idolatrado Javi Guerra en la lanza de ataque (29 goles). Desde entonces, miel sobre hojuelas, pues el Real Valladolid cambió drásticamente.
La ascensión fue meteórica y el triunfo se convirtió en la tónica. La dinámica se revertió y el Real Valladolid se granjeó de nuevo el respeto de los adversarios. Se hizo con un puesto del playoff aunque, en las últimas jornadas, un par de resultados negativos trasladaron la incertidumbre hasta el último partido ante el Alcorcón.
Sin embargo, el equipo no falló y se clasificó para un playoff en el que, a pesar del 1-0 de la ida ante el Elche en un Zorrilla que vistió sus mejores galas, no se clasificó para la final después del 3-1 del domingo en el Martínez Valero. El árbitro y los errores pueriles que en tantos partidos le han condenado le despertaron del sueño de Primera División.
Ahora, una vez se supere el batacazo, se depurarán las responsabilidades. Poco se sabe del futuro, pero las especulaciones, los rumores emanan de Zorrilla. ¿Remodelación total o continuismo?. Sólo el tiempo y los interesados saben las respuestas oportunas para otro año en el averno.
Antonio Gómez, apuesta personal de Carlos Suárez, comenzó con buen pie. Parecía que sus novedosos métodos habían calado y que la plantilla era superior al resto. Al menos eso se desprendía de los primeros partidos del campeonato en los que el Real Valladolid exhibió voracidad y un fútbol apabullante.
Sin embargo, las jornadas pasaban y el equipo perdía fuelle. A domicilio carecía de carisma, de hechuras de gallito y cada vez le costaba más arañar algún punto cuando no se resguardaba bajo el aliento de Zorrilla.
Un feudo, el blanquivioleta, que también dejó de ser inexpugnable, dejando a Antonio Gómez sólo ante el peligro. Se acabó la fe y, a un mes de las navidades, se le enseño la puerta de salida cuando el equipo todavía estaba metido en puestos de playoff. Le suplió Abel Resino, quien cuajó horripilantes guarismos hasta que encontró la fórmula de la Coca-cola.
Seis derrotas, una victoria y un empate situaron a los blanquivioletas cerca de la quema, del descenso a Segunda B. La crisis era salvaje y el puesto de Resino pendía de un hilo. Los fichajes de invierno no entraban hasta que todo cambió en Huelva, justo cuando el técnico halló lo que andaba buscando.
Encontró un once tipo solvente, equilibrado y con pólvora, sobre todo la que imponía el idolatrado Javi Guerra en la lanza de ataque (29 goles). Desde entonces, miel sobre hojuelas, pues el Real Valladolid cambió drásticamente.
La ascensión fue meteórica y el triunfo se convirtió en la tónica. La dinámica se revertió y el Real Valladolid se granjeó de nuevo el respeto de los adversarios. Se hizo con un puesto del playoff aunque, en las últimas jornadas, un par de resultados negativos trasladaron la incertidumbre hasta el último partido ante el Alcorcón.
Sin embargo, el equipo no falló y se clasificó para un playoff en el que, a pesar del 1-0 de la ida ante el Elche en un Zorrilla que vistió sus mejores galas, no se clasificó para la final después del 3-1 del domingo en el Martínez Valero. El árbitro y los errores pueriles que en tantos partidos le han condenado le despertaron del sueño de Primera División.
Ahora, una vez se supere el batacazo, se depurarán las responsabilidades. Poco se sabe del futuro, pero las especulaciones, los rumores emanan de Zorrilla. ¿Remodelación total o continuismo?. Sólo el tiempo y los interesados saben las respuestas oportunas para otro año en el averno.