Nafti supera por alto a un jugador del Recreativo. FOTOS Photogenic
Fútbol | Real Valladolid
1-0: Trankimazín para no flaquear
24 de Mayo de 2012
Un triunfo que sostiene al equipo en la pelea por el ascenso directo. Ochenta y un puntos. Una salvajada que, a día de hoy, no pone al Real Valladolid con pie y medio en Primera División. El Celta no afloja y el Real Valladolid... mucho menos, pero sólo quedan dos jornadas. La esperanza tiene una brújula. Sentimiento no se pierde y que transpira por los poros de Zorrilla
En resumen, los de Djukic han derrotado este jueves al Recreativo con un solitario gol de Javi Guerra en un envite en el que el juego no fue tan brillante y fluido como en otras citas. Poco importa. Había que sumar y el Real Valladolid lo logró pese a despilfarrar varias ocasiones que hubiesen evitado tener que agarrar el desfibrilador por contragolpes postreros y corajudos del rival. Por si acaso.
Minutos antes del partido, Djukic sorprendió dando descanso a Óscar y Peña respecto al último once, e introdujo a Jofre y Balenziaga. Más revolucionó su once Juan Manuel Rodríguez, el técnico del Decano del fútbol español, pues puso sobre el verde de Zorrilla a varios no habituales.
Jugadores que, en los primeros acordes del duelo, trasladaron la línea de presión a tres cuartos e intentaron atascar la creación blanquivioleta. De este modo, se revolvían con decisión cuando la pelota besaba sus botas. Avanzaban con fulgor e inquietaron en menos de diez minutos por dos veces los dominios de Jaime.
El Real Valladolid, por su parte, intentaba asociarse como siempre, pero la intensidad onubense y la baja de Álvaro Rubio impedían que su juego fluyese como en otras ocasiones. No obstante, la banda derecha estaba cargada de electricidad con Sisi y Nauzet.
Primero un centro raso de Nauzet alcanzó un pie contrario dentro del área pequeña y, a renglón seguido, otro de Sisi lo recogió en la frontal Guerra, quien dejó patidifusos a sus marcadores con un cambio de ritmo con el que se introdujo en el corazón del área, aunque su disparo lo abortaron in extremis.
Una ráfaga de ocasiones que no concluyó ahí. El Real Valladolid estaba desatado, como una manada de lobos salvajes. Vigorosos y alocados. Así, protagonizaron un par de llegadas más que debieron haber subido al marcador.
Transiciones vertiginosas. Locuaces, pues hablaban con certidumbre de la impetuosidad y el hambre de animal al que, quizás, se le viene adormeciendo el instinto asesino. Su cacería es majestuosa, pero tarda mucho en dar cerco a su presa.
Esta efusividad poco a poco se fue descomponiendo. El control del Real Valladolid era absoluto ante un Recreativo siempre vertical pero al que le costaba mucho mantener la pelota. Eso sí, se las estaba ingeniando para que el caudal ofensivo del Real Valladolid brotase únicamente desde el costado derecho y se hiciese tan previsible como el resultado de una noche en el casino (la banca siempre gana).
La seriedad del Recreativo obstruía la lucidez del ataque vallisoletano, el cual enfiló el túnel de vestuarios mustio y preocupado con el empate con el que se llegó al tiempo de asueto.
Período de descanso en el que Djukic se percató de que necesitaba a Óscar para verter más pólvora en el ataque. El diez saltó al terreno de juego y el partido se incendió con el primer gol del encuentro obrado por Javi Guerra.
No habían pasado ni tres minutos y el ariete malagueño se topó con un balón suelto dentro del área, donde rara vez perdona, y lo envió a la cazuela. El premio a la insistencia llegó y el Real Valladolid recibió una dosis de "Vicks Vaporub" con el 1-0.
Alivio que le hizo jugar menos agarrotado. Se desprendió de las urgencias y sostuvo su cascada ofensiva en los compases siguientes, con Bueno acaparando varios remates que a punto estuvieron de ver puerta.
Pero con el paso de los minutos el Recreativo de Huelva se desperezó y la pujanza blanquivioleta fue perdiendo consistencia. Los pases eran más imprecisos y al conjunto onubense no le ardía tanto el esférico en sus botas.
Hasta que Óscar volvió a despegarse de sus correosos marcajes y recobrar el control del timón. Entonces, la percusión blanquivioleta volvió a sonar cadenciosa, antes de que el Recreativo extrajese arrestos para, a falta de diez minutos para el final, meter el miedo en el cuerpo del respetable con llegadas descompasadas.
En resumen, los de Djukic han derrotado este jueves al Recreativo con un solitario gol de Javi Guerra en un envite en el que el juego no fue tan brillante y fluido como en otras citas. Poco importa. Había que sumar y el Real Valladolid lo logró pese a despilfarrar varias ocasiones que hubiesen evitado tener que agarrar el desfibrilador por contragolpes postreros y corajudos del rival. Por si acaso.
Minutos antes del partido, Djukic sorprendió dando descanso a Óscar y Peña respecto al último once, e introdujo a Jofre y Balenziaga. Más revolucionó su once Juan Manuel Rodríguez, el técnico del Decano del fútbol español, pues puso sobre el verde de Zorrilla a varios no habituales.
Jugadores que, en los primeros acordes del duelo, trasladaron la línea de presión a tres cuartos e intentaron atascar la creación blanquivioleta. De este modo, se revolvían con decisión cuando la pelota besaba sus botas. Avanzaban con fulgor e inquietaron en menos de diez minutos por dos veces los dominios de Jaime.
El Real Valladolid, por su parte, intentaba asociarse como siempre, pero la intensidad onubense y la baja de Álvaro Rubio impedían que su juego fluyese como en otras ocasiones. No obstante, la banda derecha estaba cargada de electricidad con Sisi y Nauzet.
Primero un centro raso de Nauzet alcanzó un pie contrario dentro del área pequeña y, a renglón seguido, otro de Sisi lo recogió en la frontal Guerra, quien dejó patidifusos a sus marcadores con un cambio de ritmo con el que se introdujo en el corazón del área, aunque su disparo lo abortaron in extremis.
Una ráfaga de ocasiones que no concluyó ahí. El Real Valladolid estaba desatado, como una manada de lobos salvajes. Vigorosos y alocados. Así, protagonizaron un par de llegadas más que debieron haber subido al marcador.
Transiciones vertiginosas. Locuaces, pues hablaban con certidumbre de la impetuosidad y el hambre de animal al que, quizás, se le viene adormeciendo el instinto asesino. Su cacería es majestuosa, pero tarda mucho en dar cerco a su presa.
Esta efusividad poco a poco se fue descomponiendo. El control del Real Valladolid era absoluto ante un Recreativo siempre vertical pero al que le costaba mucho mantener la pelota. Eso sí, se las estaba ingeniando para que el caudal ofensivo del Real Valladolid brotase únicamente desde el costado derecho y se hiciese tan previsible como el resultado de una noche en el casino (la banca siempre gana).
La seriedad del Recreativo obstruía la lucidez del ataque vallisoletano, el cual enfiló el túnel de vestuarios mustio y preocupado con el empate con el que se llegó al tiempo de asueto.
Período de descanso en el que Djukic se percató de que necesitaba a Óscar para verter más pólvora en el ataque. El diez saltó al terreno de juego y el partido se incendió con el primer gol del encuentro obrado por Javi Guerra.
No habían pasado ni tres minutos y el ariete malagueño se topó con un balón suelto dentro del área, donde rara vez perdona, y lo envió a la cazuela. El premio a la insistencia llegó y el Real Valladolid recibió una dosis de "Vicks Vaporub" con el 1-0.
Alivio que le hizo jugar menos agarrotado. Se desprendió de las urgencias y sostuvo su cascada ofensiva en los compases siguientes, con Bueno acaparando varios remates que a punto estuvieron de ver puerta.
Pero con el paso de los minutos el Recreativo de Huelva se desperezó y la pujanza blanquivioleta fue perdiendo consistencia. Los pases eran más imprecisos y al conjunto onubense no le ardía tanto el esférico en sus botas.
Hasta que Óscar volvió a despegarse de sus correosos marcajes y recobrar el control del timón. Entonces, la percusión blanquivioleta volvió a sonar cadenciosa, antes de que el Recreativo extrajese arrestos para, a falta de diez minutos para el final, meter el miedo en el cuerpo del respetable con llegadas descompasadas.
No obstante, el equipo supo rehacerse, contemporizar y esculpir algún contragolpe que pudo significar la puntilla. No la dio, pero, al final, encontró el tesoro que buscaba, que tenía que conseguir para mantenerse en pie, recio, en la pugna por el ascenso directo.