UNA DE PULPO

Natalia Ayala | Periodista
7 de Julio de 2010

Saturada del cefalópodo alemán que pronostica resultados, hoy la ración va a ser más variada… Nunca pensé que después de más de un mes en Sudáfrica sería capaz de dejar en el plato un lomito de ternera, un poco de cordero, una alita de pollo y un trozo de cerdo churruscadito.


Pasó hace un par de noches, la primera en un mes que nos permitimos el lujo de cenar como mandan los cánones. Dejé de lado los sándwiches, la porción de pizza y la leche con cereales para probar la comida local, alguna delicatesen sudafricana.


El Carnívoro es un local a las afueras de Johannesburgo. Como en Sudáfrica todo es a lo grande, las afueras son 40 minutos en coche desde el IBC, así que llegamos con un hambre voraz.


En tres pisos y terraza de madera; la decoración con personajes de la historia de este país, que es larga y nutrida, y los camareros con delantal, sombrero y la sonrisa siempre puesta, como el uniforme.


El sistema a la hora de servir era algo parecido a un rodizio brasileño, la comida llega a tu plato, casi sin darte cuenta, servida desde unos grandes pinchos verticales y amablemente servida por camareros que presentan cada delicia con nombre y apellidos.


Un poquito de cocodrilo –exquisito- por aquí, lonchitas de cebra muy hechas –un poco secas-, gacela asada, albóndiga de antílope con arándanos y salchicha de kuzu. No solo comí de todo, sino que disfrute. Repetí albóndiga de antílope y un trocito de cocodrilo, con su carne tierna, blanquita, sabrosa. Una mesa con buenos platos, buena compañía y un buen vino que, aunque no crece a la ribera del Duero, está en las cartas de muchos restaurantes internacionales. Sabía que los vinos sudafricanos tenían fama, pero doy fe de que son un buen acompañante para una cena completa como la del otro día. De postre, tarta de malva con vainilla y un café Don Pedro. Me hizo gracia. Ojalá este miércoles Pedrito redondee su temporada y me permita brindar por uno de sus goles con otro gran café.


La ternera, el pollo, el cordero y demás tendrán que esperar; como las croquetas de mi madre, que hoy me ha prometido una buena ración de mi plato favorito y un par de huevos fritos con puntillas. Ya me estoy relamiendo.