SILBO PORQUE ME DA LA GANA
Cuento número 9 (2T). El fútbol es un paraíso de la libertad de expresión. Así pues, no permitamos que nadie nos diga qué debemos hacer. Para algunos sería mejor un público pasivo ante el fútbol anodino, ante el fútbol aburrido. Dispuesto a mirar, callar y, obligatoriamente previo pago del abono o la entrada, dispuesto a aplaudir ante la mínima expresión de algo parecido a espectáculo. Me niego. Silbo por mi libertad. Silbo porque sí. Silbo porque me da la gana. Y gasto mis energías a mi gusto, no al gusto de Cristiano.
Dicho esto, planteada la primera parte del argumento, vamos a la segunda. Fuera careta. Y si digo blanco, también se decir negro. Las promesas pueden ser infinitas. La histórica filosofía del club, eso, histórica y centenaria: jugar bien y ganar; ganar jugando bien. Mourinho sabe ganar. Punto. Punto y final. Por ahora gana. Sin lujos, sin estridencias, sin abalorios, joyas ni excesiva estética. Íker no tiene trabajo, los delanteros fallan, fallan y vuelven a fallar. Pero, simplemente, ha ganado un partido. Un partido de dos. ¿Era necesario gastar energías silbando?
Y yo me pregunto, ¿qué hubiese pasado si, en vez de Osasuna, cabalga por el patatal de Chamartín un Hércules desbocado? Se habría pedido la dimisión del portugués, de Valdano, del presidente y de Agustín, el eterno delegado de campo. Por pedir que no quede. Quizá, incendiado todo el fondo sur, las hordas enervadas y enfurecidas asaltarían a cuchillo el palco presidencial. Dios mío
El Santiago Bernabéu debería conocer quién se sienta en el banquillo. Y Cristiano, quienes están sentado en la grada. Todos tienen razón, a su manera. Yo, el sábado, tras digerir la victoria alicantina en el Camp Nou, no escuché silbidos ni quejas. Quizá aquello es otro mundo. O quizá yo, borracho con los goles de Valdez, no me enteré de la soberana protesta del estadio blaugrana. No sé. Yo no escuché nada. Iré al otorrino. Y en Barcelona siguen tan felices. Qué cosas.
Milonga: f. coloq. Engaño, cuento