SEGUIREMOS LUCHANDO

David de la Fuente | Diario de un aficionado
11 de Febrero de 2014
No sé con qué sensación he salido del estadio, no sé si decepcionado porque hoy era un partido que había que ganar sí o sí, o no sé si he salido eufórico y cardíaco por este partido lleno de épica y lucha que hemos vivido.


Hacía un auténtico día de perros e incluso siguiendo las redes sociales parecía que se podía hasta llegar a suspender el partido porque el campo estaba impracticable y han tenido que literalmente “barrer” el césped y achicar agua con cubos y calderos. No era el mejor día para ver un partido bonito, no era el mejor día para disfrutar de nuestro equipo y por supuesto y por cierto ¡qué pena! no era el mejor día para que fuera el día del fútbol base. Que no se me malinterprete, no era el mejor día porque el tiempo lo ha estropeado todo porque ¡por fin! Un domingo a las cinco, mejor horario imposible, pero no estamos teniendo suerte en estas cosas.


Y aun así, con el diluvio universal cayendo sobre Valladolid nos hemos acercado más  de 12.000 locos a Zorrilla. Vamos, que si nos pagaran por ir lo mismo hasta nos quejábamos. Parece que al principio nos dejó la lluvia un ratillo para engañarnos. La temperatura no era mala y no llovía, eso sí, luego todo lo que no llovió al principio nos cayó de golpe, es como si el cielo se hubiera abierto y nos viniera todo en tromba, y cuanto más llovía más en tromba atacaba el Pucela. Además de la lluvia ya teníamos dos jarros de agua bien fría encima, pero hete aquí que cuando nadie nos lo esperábamos surgió cual Ave Fénix el colombiano Osorio. Si de una película se tratase diríamos que se titulaba “De repente un extraño”. Nos miramos en el cambio, no dábamos un duro por él ni casi por el equipo y nos hizo soñar. Golazo por toda la escuadra.


Hasta ese momento habíamos estado animando a ráfagas, ahora un “Vamos mi Pucela, vamos campeón”, varios sones de palmas acompañando nuestro “Pu, Pu, Pucelá. . .”, pero a partir de ese momento nos vinimos arriba con el equipo y no dejamos de cantar en todo momento el “a por ellos, oé”. Se podía, se intentaba, se quería. Vamos todos juntos que podemos. El equipo nos motivaba a aplaudirles más fuerte si cabía, y llega el segundo. Cerramos los puños, gritamos el ¡vamos! como si fuéramos Nadal. Teníamos que apelar a la épica y la lluvia cada vez más fuerte, y nuestras ilusiones de ganar cada vez más fuertes. Un pequeño bajón cuando se rompe Jeffrén (que por cierto bien poco nos ha durado), pero el equipo no se descompone y si ellos no se vienen abajo nosotros menos.


Lo intentamos hasta el final y finalmente no pudo ser, pero ver a los jugadores tirados al final en el campo medio muertos, exhaustos no podíamos dejarles así y rompimos a aplaudir, y a aplaudir y aplaudir y gritar ¡Pucela, Pucela, Pucela! Porque cuando luchan hasta el final, cuando se dejan la piel en el campo no podemos pedir más. Y no sé qué es lo que vamos a hacer el sábado en El Calderón, pero luchando así al menos daremos la cara y vamos a ser un pelín optimistas porque si en los tres últimos partidos hemos sacado cinco puntos, vamos en los próximos tres (Atleti, Levante y Málaga) al menos a por otros seis, y no me llaméis loco porque podemos, o como se ha puesto de moda decir por ahí ¡Sí se puede! ¡Vamos Pucela que todos juntos lo conseguiremos!