SE ACABÓ LA FE
Terminó la fe en el "Mendilismo". La doctrina de Mendilibar, que bebe del coraje y otrora era sostenida como dogma, no caló en su nuevo rebaño. El mismo que le ha obligado a buscarse otro sitio para predicar. Pero su mensaje no se borra con jabón.
Es aventurado decir que para muchos su figura será perpetua. Instituyó a golpe de entusiasmo y honestidad una forma aguerrida de practicar el fútbol. Lo hizo con humildad y exigencia. Con trabajo e intensidad. Con "volatas" y fuego cruzado con los "cabroncetes" de la prensa.
Su banda sonora tiene como pieza clave el "Born to run" de Bruce Springsteen. Esa, precisamente, era y es la obligación suprema que recibían y recibirán los jugadores. Correr con inteligencia, pero correr, al fin y al cabo, hasta morder al contrario y hacerse con el bien más preciado: la pelota, donde nace, concretamente, el futbolista.
Así cimentó el júbilo desmesurado que supuso el ascenso a Primera del Real Valladolid. El show de los récords con el que gozó una hinchada capaz de idolatrar y redactar un contrato vitalicio cuando ve a su equipo partirse la cara y mirar de frente (como decía Luis Aragonés a Romario: a los ojitos) a los pesos pesados del campeonato. Algunos, por aquel entonces, querían bautizarle como el "Ferguson de Zorrilla".
Pasados los años, y después de dos temporadas en Primera División no exentas de las típicas palpitaciones de la última jornada, los resultados pesan, demolen y, finalmente, destituyen. Mendilibar lo sabía. Era consciente de ello y de que le estaba costando conducir a las nuevas ovejas, quizás demasiado asilvestradas. Más difícl que derrumbar una tapia a puñetazos.
"Tempus fugit" y la paciencia que se acaba. La ley del fútbol dicta sentencia y el noble filósofo tiene que abandonar el frondoso chopo desde el que aleccionaba a sus discípulos. Cada vez le quedaban menos. Injusticia, pudiera ser. ¿Cabía la paciencia? Nunca lo sabremos, pero no se puede decir que Mendilibar no ha peleado hasta el final por transmitir su idiosincrasia balompédica. Ya había avisado de ello varias veces.
No obstante, las preguntas formuladas anteriormente no son las únicas que asaltan al respetable. Cuestiones sobre la confección de la plantilla y el papel determinante del técnico en la elección de sus miembros sobrevuelan por el tétrico ambiente que aún perdura en los entresijos del estadio José Zorrilla desde su lúgubre despedida.
Pero los rayos del sol iluminaron su perenne sonrisa en la puerta de Zorrilla, donde recibió agasajos, provocó lágrimas, fue fotografiado sin flashes, vitoreado, en definitiva, se le mostró con "frialdad castellana" el cariño que una periodista describía al proyectar la última pregunta de su despedida.
Da que pensar. El técnico destituido aclamado por los fieles blanquivioletas. Un entrenador de fútbol que sale por la puerta grande a mitad de temporada. Como suelen decir, paradojas del destino. Contradicciones que a este humilde juntaletras abruman y entristecen. El motivo puede radicar en su juventud o simplemente en el afecto a una persona que durante tres años y medio fue de frente por la orilla del Pisuerga. Hasta siempre. El "Mendilismo", dalo por hecho, ha calado.