NOSTALGIA Y DECEPCIÓN
Sara García |
Periodista y aficionada
10 de Mayo de 2014
Entre la nostalgia y la decepción. Así vengo de Huerta del Rey donde el Cuatro Rayas ha perdido el derbi contra Villa de Aranda. Lo han perdido los jugadores en la pista y el club y la afición en las gradas. Lo ha perdido el club Balonmano Valladolid.
La afición rival no ha parado de animar a su equipo con cánticos que antaño usábamos nosotros como "ésta es la afición del equipo campeón". Hubo un tiempo en el que nosotros también levantamos dolor de cabeza a los rivales porque no callábamos, que llevábamos en volandas a nuestro equipo como hicieron hoy los de Aranda, porque Huerta del Rey era un infierno, la "caldera" lo llamaban. Hoy, ni rastro de eso, la caldera sería por el insoportable calor que hacía.
Sólo se oía a una marea amarilla -por cierto, igual color que nosotros- que ocupaba todo un fondo, campando a sus anchas en unos asientos que son de nuestros socios, que han pagado su abono para que ahora llegue la afición rival y los levante, coloquen sus pancartas tapando nuestra publicidad y parezca que estábamos jugando en Aranda. ¿Por qué? ¿No había nadie de nuestro club para ubicarles arriba, en el gallinero como siempre, o dispersos? ¿Cómo es que han venido tantísimos, por qué se les ha puesto las entradas baratas? Recuerdo cómo se enfadó la afición del Sporting de Gijón con el Real Valladolid cuando pusieron las entradas a precios desorbitados y dijeron que no vendrían a gastarse el dinero en nuestra ciudad.
¿Qué nos ha pasado? No creo que sea problema de nuestros aficionados que hayamos cambiado, o sí, hemos cambiado pero obligados. La nefasta gestión y decisiones que no han compartido los socios ha llevado a no ver el pabellón lleno, a dejarte llevar por el desánimo y no cantar. No comparto lo de que es muy fácil ser aficionado cuando el equipo gana, porque también hemos animado perdiendo. Y perdiendo por mucha diferencia en el marcador seguíamos cantando y los rivales se maravillaban por eso. Y hemos viajado, mucho, con viajes organizados por el club, y nos hemos sentado donde nos ha mandado el anfitrión, que desde luego nunca fue en un fondo, juntos y en asientos de socios.
El Balonmano Valladolid, por circunstancias personales, ha significado mucho para mí, he hecho grandes amigos, he viajado, he llorado finales perdidas y llorado copas ganadas, he ido a la fuente a celebrarlo y con el autobús del equipo a la Plaza Mayor, he ido a buscar al equipo al aeropuerto, me he fotografiado con las Copas, me he quedado afónica chillando, he esperado sin moverme en el pabellón a que los jugadores volvieran a salir para aplaudirles hasta que me dolían las manos. Como hoy ha hecho el Villa de Aranda. Mientras unos pocos aficionados, como mi grupo de amigos y yo les mirábamos con envidia, invadidos por esos recuerdos, con la tristeza de haber perdido, con la esperanza de no descender...entre la nostalgia y la decepción.