MÁS CULTURA DEPORTIVA
Estos días del mes de mayo los campos de Pepe Rojo son un hervidero de gentes del rugby, tanto para presenciar los últimos partidos de la liga de División de Honor como para asistir a los diferentes Campeonatos de España de categorías inferiores. Días en los que los amantes del balón oval lucen con orgullo sin colores y la filosofía de un juego que se enorgullece de ser diferente.
Sin embargo, también en estos días uno ha podido escuchar y comprobar que ese deporte de jugadores disputado por caballeros tiene un lunar en el comportamiento de sus aficionados y de sus futuras generaciones. Chavales y, sobre todo padres, que no acaban de entender que su deporte se merece el mismo respeto que el que se practica en el campo de al lado.
Digo esto porque ya son varias las ocasiones en las que las gentes del atletismo se quejan amargamente, y creo que razón, del comportamiento de los seguidores que acuden a los partidos de rugby. Aficionados que "literalmente" invaden las pistas de tartán del recinto anexo a Pepe Rojo con la excusa de seguir a sus chavales lo más cerca posible.
"Los mayores de División de Honor saben respetar el espacio de cada uno, los pequeños y sus padres no", afirma uno de los técnicos de atletismo que ha visto como en quince días se ha quedado sin lugar de entrenamiento, primero por la saturación de partidos en un único recinto y luego por la falta de educación de los que tampoco le dejan trabajar en el sitio que la propia Fundación Municipal de Deportes le asigna.
El pasado fin de semana fue el Nacional cadete organizado por el Quesos Entrepinares y en este próximo será el Campeonato de España de categorías inferiores, gestionado por el Cetransa El Salvador, pero en ambos casos el problema se repite. Los padres de los futuros jugadores no saben respetar el espacio que está detrás de las vallas de atletismo y los organizadores no toman las medidas adecuadas para evitar la invasión. Se sitúan en las calles del anillo de atletismo y sólo les preocupa lo que pasa en otro espacio diferente como es el césped.
No es un problema del atletismo o del rugby sino un problema de cultura deportiva de aquellos que están mandando mensajes incorrectos a los más pequeños. Si un padre insulta a un entrenador, grita a un árbitro o salta por un lugar prohibido, luego no tendrá argumentos para ordenar a su pequeño un comportamiento ejemplar.
En mi opinión hace falta más cultura deportiva y más educación por parte de todos.