LA ROJA Y UN JAMÓN

Natalia Ayala | Periodista
25 de Junio de 2010

Tengo tres compañeros que tienen suerte, buena suerte. Ellos siguen de cerca a la Selección Española en este Mundial. Su cuartel general está en Potchestroom, pero ya han viajado a Durban, con disgusto suizo incluido, han pasado por aquí, por Johannesburgo, y están en Pretoria para contar el España – Chile vital de este viernes.


Acuden a todos los entrenamientos de La Roja, aunque no puedan ver la mitad porque son a puerta cerrada. Preguntan a los internacionales en rueda de prensa, hacen desayunos de trabajo con Fernando Hierro y narran y comentan los encuentros de una Selección que ha sido elogiada por el mundo del fútbol.


Y sin embargo no me dan envidia por eso. Al fin y al cabo aquí, en el IBC, no hace tanto frío como en los estadios, no tengo que perseguir a futbolistas que se creen seres superiores y miran los micrófonos con desprecio, ni salir corriendo detrás del protagonista del partido para sacarle un sustancioso “el fútbol es así, no fue un partido fácil,…”.


Si por algo envidio a los chicos que siguen a la Roja es porque cada día, en la carpa que acoge a la prensa, pueden degustar unas lonchitas de jamón ibérico –de Guijuelo para más señas-, lomo, salchichón y chorizo. Creo que también disfrutan de alguna cañita bien fría, obsequio
de uno de los patrocinadores de la Selección. Por aquí las reservas que las madres metieron en las maletas han tenido que ser racionadas y empiezan a agotarse.


Para la próxima vez, me pido seguir a España de cerca. Allí donde estén los nuestros, habrá un jugoso botín para compartir entre la canallesca.