LA INTENSIDAD MAL ENTENDIDA
Iñigo Torres |
Periodista
3 de Enero de 2016
Una vez más los campos de Pepe Rojo se llenaron para presenciar el derbi vallisoletano de rugby. Una vez más, el recinto pucelano acogió uno de los encuentros más especiales que se puede ver en nuestra ciudad en materia polideportiva. Sin embargo, de un tiempo a esta parte he detectado un aumento de tensión en este tipo de partidos que no va acorde con el lema de "un deporte de caballeros", que pregona el mundo del balón oval.
Mientras las dos aficiones tuvieron un comportamiento ejemplar -atrás quedan los tiempos de zapatos que volaban desde la grada al campo o de las discusiones familiares-, en el terreno de juego las peleas y tanganas se sucedían con demasiada asiduidad. Broncas que implicaban por igual a los dos equipos.
Vivir un derbi con tensión no significa vivirlo con violencia. A uno le cuesta entender que en el minuto cinco ya se produzca la primera trifulca, salvo que uno salga del vestuario con la firme intención de pelearse. Cuesta comprender tumultos en los que aparecen por igual jóvenes y veteranos, salvo que para todos el fin último sea 'cobrarse' cuestiones pendientes o disfrutar de unas nuevas.
Un deporte que sirve para unificar a niños grandes y pequeños, gordos y delgados, torpes y habilidosos, debe trabajar en volver a mostrar un partido de este nivel como el modelo a seguir. Los jugadores deben ser conscientes que son el referente para futuras generaciones y que sus actos serán 'imitados' por los más pequeños.
Los clubes deben recuperar esa filosofía del "deporte de caballeros", pero no sólo en el tercer tiempo o en el pasillo al perdedor, sino también a la hora de afrontar un encuentro con la intensidad que lo merece pero sin poner en juego la integridad física de los participantes.