LA AUTORIDAD MAL ENTENDIDA
Dicen los que saben de esto que "es un buen tipo, pero dentro de la cancha se transforma". Hablo de un árbitro de fútbol sala que este pasado fin de semana me quiso convertir a mi, sin pedirlo ni merecerlo, en protagonista de uno de los muchos eventos deportivos que se celebran en Valladolid en un día cualquiera.
Este árbitro de fútbol sala, conocido popular pero respetuosamente por Pedro, dirigía un partido de la Liga Universitaria entre la UVa y la UEMC. Un encuentro intenso pero noble, donde los jugadores me demostraron que el dinero no lo es todo en el deporte. Esa misma ilusión tenía el chico encargado de la mesa y el cronómetro. Arbitro también pero al que una operación le obligaba a coger una baja deportiva que no quería, por lo que se quitaba el gusanillo ayudando en los encuentros oficiales.
Con él tuve la oportunidad de hablar y compartir la ilusión por el deporte pero también las miserias de un fútbol sala que se desangra por culpa de las peleas institucionales, las rencillas de directivos y la falta de una mínima organización. Pero también por culpa de árbitros que se creen que su autoridad vale para perder las formas, amenazar o, incluso, echar a un periodista que sólo intentaba dar publicidad a una competición maltratada.
Y lo grave no fue que a mi me echara por hablar con la mesa, sin insultos ni menosprecios, sino que durante todo el partido repitió en más de ocasiones a los participantes expresiones del tipo "a qué me largo y os dejo aquí", o se dedicaba más a ordenar a los banquillos que se pusieran la chaqueta que a explicarles el sentido de sus decisiones.
Los árbitros son parte del deporte pero sobre todo son educadores. Y si un colegiado, por mucho tiempo que lleven en esto del fútbol sala, no sabe cuidar las formas, no le hace ningún bien al deporte que tanto ama.
Quiero dar las gracias a los dos equipos, a los dos entrenadores y a todos los jugadores, que dieron toda una lección de deporte y de comportamiento, para disfrute de los "cuatro" aficionados que estaban en Fuente La Mora el sábado por la mañana. Y a Pedro, a Don Pedro, le invito a que disfrute también del fútbol sala y que a los demás nos deje hacer nuestro trabajo, aunque a veces no sepamos estar callados.