Foto: valladoliddeporte.es
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Intensidad hallada; profundidad anhelada

Antonio Aragón | Periodista
29 de Septiembre de 2011

El Elche cabalga en el horizonte y el empate de Balaídos aún está de resaca. Colean el error de Pino Zamorano, enmendado por Competición, y las sensaciones que el Valladolid ofreció en Vigo. La intensidad fluyó pero... ¿se demanda más profundidad?.

No todo el monte es orégano, ni nos encontramos ante un drama morboso típico de la sesión de multicine de Antena 3, pues varios son los factores y los matices a tener en cuenta para evaluar la medida del Real Valladolid tras el empate cosechado en Balaídos, hogar, cabe recordar, de un equipo con solera y candidato al ascenso. El primer desplazamiento "high level".

Un conjunto, el vigués, cuyo fútbol vertical provocó que la joven línea defensiva blanquivioleta sudase sangre para mantener la portería a cero hasta el tiempo de descuento, justo cuando Orellana puso las tablas de falta directa. La defensa comprobó como el linier primero y su cancerbero Jaime, después, desbarataban una y otra vez cada intentona celeste. Para Balenziaga, integrante de dicha retaguardia, "la seriedad y la solidez" fueron las notas más predominantes de un equipo que, a su juicio, apretó los grilletes de las transiciones de De Lucas y compañía, incluso, cuando más lúgubre se hizo con la expulsión de Álvaro Rubio..

Ataques fugaces en medio del control al que sometió el Real Valladolid a su adversario con su fútbol de toque y elaboración, en ocasiones tan infructuosa como los piropos de un gañán curda. En el centro del campo, Álvaro Rubio servía el equilibrio entre defensa y ataque, mientras Nafti ponía el desgaste alevoso.

El tunecino, precisamente, habló este miércoles ante los medios. Alabó la intensidad, la agresividad que el Real Valladolid posó en el coliseo gallego y que, "como mínimo", desde su punto de vista, deben trasladar al césped de Zorrilla este domingo (12,00 horas) para vencer a otro equipo puntero, el Elche.

Ritmo infatigable y un afilado cuchillo entre los dientes que, en ocasiones, este Valladolid se ha dejado en la funda. Para Nafti, es de honesta obligación, como decía Andrés Calamaro, morderlo con furia. Una intensidad coordinada que el Valladolid, no me cabe duda, sacará este domingo ante el Elche, dado que los fotogramas mentales están frescos y el ánimo de revancha crece como la cuenta corriente de los especuladores sin escrúpulos en tiempos de crisis (ya lo explicaba Juan Peña en sus clases de Historia. Tema 12: El "crack" del 29 -ese no entraba en la quiniela reducida-).

Aunque puestos a pedir, a sacar punta al juego del plantel que alecciona Djukic, es lícito mencionar que, a pesar del dominio, de la posesión, de la propuesta, el ataque no se ha curado de determinados vicios de la pasada campaña. Lo mismo el grado de exigencia de quien teclea, según amanezca, se eleva tanto como el pico Mulhacén. No lo sé, pero lo que sí extraje del partido es la profundidad "mal hallada".

Nauzet, en declaraciones efectuadas a los periodistas este miércoles, reconoció que el equipo debe mejorar en este aspecto. Debe afinar el último pase, sembrar tranquilidad y encontrar clarividencia en los metros finales. No es cuestión baladí pero la calidad se presupone y la apuesta no es opuesta.

Sin embargo, el Valladolid abusó, y no es el primer partido en que lo hace, del toque sin desborde, del pase hacia atrás, del atrevimiento encorsetado o, si me apuran, de un "limitador de velocidad" que le hizo previsible y que obligó a Javi Guerra a buscarse las habichuelas por otras zonas de influencia (el instante en el que el juego, todo sea dicho, mejoró).

Temerosa imprecisión que propicia que, para asegurar, los centros tengan que surtirlos los laterales y haya que encomendarse a la capacidad rematadora del ariete andaluz. Un capítulo de "historia" que también me suena.

Pudieron incidir las loables probaturas de Djukic, el pundonor vigués o el estado del terreno de juego. ¿Quién sabe?. Habrá más pistas este domingo ante el Elche. Otro episodio en el que se verá si el argumento coge fuerza o, por contra, sigue estancado en un plan que no es novedoso y que funcionó a rachas en la pasada campaña.

Mejor dicho... y tras bucear en mi dañada memoria, dio resultado cuando la intensidad se convirtió en el remedio para la necesidad. Quizás la prolongación de ésta en el tiempo y en el espacio, es decir, a lo largo de las jornadas, sea lo único que haga falta y este soliloquio que he armado no sirve para nada. Bueno.. sí, ocupar espacio en la World Wide Web.

Con todo esto, no me queda más que revisar que mi nivel de exigencia no se mezcla con mis deseos. Anhelos que lo mismo están instalados en una utopía balompédica insultante y resulta que no me percato de que el Real Valladolid jamás podrá jugar como la Brasil del 70. ¡Qué deterioro!