HÉROES Y VILLANOS

David de la Fuente | Diario de un aficionado
18 de Diciembre de 2011

Dicen que la del Valladolid somos una afición difícil, fría, que no anima, que vamos pocos al campo y que no se crea calor en la grada. Quizá en parte sea verdad, pero en otra mucha parte no; más bien yo creo que somos una afición fácil, es muy simple lo que pedimos y lo que queremos. Lo único  que pedimos es gente implicada, que luche, que dé todo en el campo, y si luego resulta que salen bien las cosas, mucho mejor.

Voy a todo esto porque como aficionados que somos,  tenemos sentimientos y por eso vamos al fútbol, y por eso unos jugadores nos gustan y otros no, y por eso cambiamos tantas veces de opinión y por eso somos capaces de estar despotricando en contra de un jugador casi un partido entero, y si es el que mete el gol de la victoria en el minuto 89 gritar a los cuatro vientos "¡ya te lo decía yo, Fulano es el mejor, qué bueno es!"

Somos capaces de pasar de idolatrar a un delantero que un año mete veintinueve goles a pedir su cambio y decir que una ración de el banquillo no le vendría mal, cuando a mitad de la primera parte hace un reverso imposible inventándose una jugada de gol y volver a decir que es el mejor, y durante el mismo partido ver de nuevo su “pasotismo” y volver a cargar contra él. Sí, así somos los aficionados, y lo mejor aún, es que no queremos dejar de ser así.

Los jugadores lo saben y son los únicos que pueden cambiar su estatus de héroe o villano sólo con un poquito de interés. No hay más que ver qué jugadores son siempre los más aplaudidos. Sin ir más lejos en el partido contra en Mini Barça, aparte del entrenador rival, se llevaron las mejores ovaciones Marc Valiente, que estuvo perfecto al corte y en especial en una jugada en el área que si llega medio segundo más tarde se lleva por delante al delantero contrario; otro que se llevo nuestros aplausos fue Balenciaga, al que reconocemos todo su esfuerzo y se le empieza a llamar “la roca” porque es un “tío duro”.

El que sabe mucho de cómo dar la vuelta a una situación dura es Óscar, que pasó de ser el esperado, a ser el que ni está ni se le espera, y a día de hoy a no entender una alineación sin su concurso. Su partido de ayer fue vivo ejemplo del fútbol que lleva consigo. La cantidad de balones que abrió a la banda (Jofre que estuvo realmente bien al menos le debería pagar una cena por los pases al pie y al hueco que le puso, lo mismo que Sisi), siempre se ofreció al compañero y aunque falló una ocasión clara de gol lo enmendó enseguida “¡Para qué le daría yo la camiseta el día que me retiré!”, habrá pensado Eusebio.

Y otro que está en esa transición de villano a héroe es Víctor Pérez, que aún nos tiene que dar más, pero que si al principio le criticaba toda la grada cada día son más los que le ven como un jugador que llevara aquí toda la vida. Junto a Nafti contra los Rafinha y compañía se tuvo que multiplicar, pero nunca perdió su sitio y en la segunda parte (la primera de todo el equipo fue un tanto errática) estuvo mandando y diciendo "aquí estoy yo".

Tres puntos más antes de navidades y estamos en la lucha, que es la palabra clave “luchar, luchar, luchar…” y sumar para que cuando falten diez partidos (como decía Mendilíbar) estemos con posibilidades. Ahí tendremos ya el equipo formado al completo y si somos casi imbatibles por esas fechas quitaremos el 'casi'.

Felices Navidades a todos nuestros héroes, al equipo y a nosotros los aficionados, que nos lo merecemos. El año que viene estaremos ahí con nuestro aliento siguiendo de nuevo al equipo. ¡Feliz Navidad a todos!