ALGO MÁS QUE UN CROSS
Gran ambiente para la última de las pruebas de un circuito que ha tenido todo tipo de carreras; asfalto, tierra, cuestas, llanas etc. Pero lo de las Contiendas no tiene punto de comparación con ninguna otra.
Son casi 11 kilómetros demoledores de principio a fin. Si a esto añadimos el calor se junta una mezcla explosiva. Para muchos es una carrera de montaña en pleno páramo vallisoletano; y el problema es que en Valladolid no estamos acostumbrados a las cuestas. Siempre o casi siempre rodamos sobre llano y en cuanto nos encontramos una tachuela se nos hace demasiado "cuesta arriba".
El primer kilómetro es el más facil, pica un poco para arriba pero al ser el primero y estar fresco apenas se nota. La primera cuesta es corta y se sube bien, aunque ya sirve para calentar un poco las piernas. Luego sigue una ligera bajada camino a la segunda cuesta, esta ya bastante más larga y que te mete la fatiga en las piernas.
A partir del tercer kilómetro, bajada para recuperar y enfrentarse al famoso "muro". Tras unos metros en los que la gente ya va predispuesta a sufrir y en la que el ritmo no sube mucho, nos enfrentamos a lo más duro del circuito, una cuesta con dos fases. La primera durísima, se hace practicamente andando y te deja literalmente muerto, luego un falso llano que es cuesta arriba y una última parte también durísima donde al finalizar no sabes si parar o pensar que ya no tienes piernas. Es la subida del silencio no se oye nada, solo el resoplar de la gente.
Ya arriba se agradece el agua y algún tramo de pequeña bajada, lo justo para recuperar un poco el aliento y las pocas fuerzas que te deja la subida. De ahí a la bajada por la zona del barrio Girón con unas vistas de Valladolid preciosas, aunque conviene no descuidarse mucho porque hay alguna curva peligrosa. En el descenso parecemos ciclistas que nos lanzamos a toda velocidad en busca de gloria, pero este se pasa muy rápido, y de nuevo nos encontramos con la cruda realidad. Otro kilómetro que siempre pica para arriba. De ahí cruce a la derecha y ya sabemos lo que nos espera. Hay que subir de nuevo al cerro. Esta vez es entre el pinar y por un sendero estrecho que no por acogedor se hace menos duro. Lo bueno es que da la sombra y que mucha gente sube a animar.
Una vez llegados a la planicie del cerro unos kilómetros con toboganes hacen que nuestra lenta agonía continue. De aquí al final ya solo queda lo mejor. Una bajada espectacular de unos 800 metros sabiendo que la meta está abajo y que ya no hay más cuestas. Es una carrera muy dura pero yo creo que engancha y que marcará un antes y después en el mundo de las carreras populares.