ODIO EL FÚTBOL

Odio el fútbol radical, por supuesto el de la violencia en el campo, pero también el de los mensajes radicales en medios de comunicación y redes sociales. Todos llevamos un periodista dentro y parece "obligado" que todos busquemos el titular más sensacionalista posible.

En el Real Valladolid la derrota en Córdoba ha sacado a la luz todas los viejos fantasmas. De la pretemporada "ilusionante" hemos pasado al "mayor de los fracasos". Parece que ya no es interesarte titular que "faltan efectivos" sino que gusta más decir "con Rubi jugamos mejor". De los jugadores "recuperados" pasamos en noventa minutos a los "mismos fracasos del pasado año". 

El primero en reconocer el mal juego fue el propio entrenador Garitano, quien no quiso poner paños calientes a la derrota en Córdoba. Entonce será yo quien recordaré que este verano los jugadores han llegado a cuenta gota, que el equipo es casi todo nuevo y que el rival de enfrente es a priori uno de los más firmes candidatos al ascenso.

No soy conformista, y por tanto no me gusta ver a mi equipo deambular por El Arcángel, pero reclamo un poco de mesura, un análisis con distancia y sobre todo un margen de confianza. Quizá no sea bonito pero conviene recordar que el Real Valladolid no es uno de los dos mejores equipos de la categoría, que hay rivales con presupuestos similares o incluso superiores y que, además, llevan días con la plantilla prácticamente cerrada. 

Por eso odio el fútbol de la sentencia, de los que piden la cabeza del entrenador, el director deportivo, del presidente y de media plantilla. Odio el fútbol que no anima y solo critica sin mesura y envidio hoy la celebración de la grada en Córdoba tras el pitido final. ¿O es que no se la misma afición que el año pasado vio a su equipo rozar en ridículo en Primera?