HEMOS VUELTO
Tras las últimas actuaciones de nuestra selección de balonmano en las pasadas competiciones internacionales, éramos muchas las personas que teníamos serias dudas sobre lo que se podía lograr en el Mundial celebrado durante las últimas dos semanas en tierras suecas.
Soy el primero que se ha sorprendido al descubrirse a sí mismo enfrente de la televisión disfrutando del juego de los hombres de Valero Ribera, porque realmente ha sido un auténtico placer entusiasmarse con esta selección. Si a ello se une el coraje que han demostrado los jugadores durante todo el campeonato, ya tenemos todos los ingredientes para poder decir que España ha vuelto.
Quizás haya gente que piense que conseguir un tercer puesto es algo relativamente fácil. Ni mucho menos; una medalla de bronce (más en este Mundial, donde los 3 primeros puestos se han decidido por mínimos detalles) es algo extraordinario.
Acabo de ver en uno de los informativos televisivos la noticia de la gesta. Probablemente, los minutos que la selección española de balonmano va a acaparar durante los próximos días en los medios de comunicación será con diferencia una de las mayores oportunidades de divulgación del balonmano. No estaría de más que los dirigentes de nuestro deporte aprovechasen bien el tirón que los ha proporcionado el extraordinario juego exhibido por este grupo de hombres.
Especial mención se merece Eduardo Gurbindo, no solo por ser jugador del Cuatro Rayas BM Valladolid, sino porque el mundial que ha hecho este chaval ha sido simplemente sensacional. Al principio, cuando el seleccionador hizo pública la lista de jugadores para el mundial, bastante gente dudaba de su convocatoria, y él solito con su juego y partido tras partido se ha encargado de disipar cualquier duda, y ahora mismo absolutamente nadie discute que el nombre de Gurbindo tiene que aparecer en todas las convocatorias de la selección nacional. No solamente ha participado en ataque con sus lanzamientos, fintas, penetraciones, pases a un compañero desmarcado, etc, sino que su aportación en defensa también ha sido fundamental. Además, con sus 23 años, el margen de mejora que posee es amplísimo. En definitiva, que a mí en particular, el juego desplegado por Eduardo Gurbindo me ha encantado.
Parece como si la final disputada entre Francia y Dinamarca, con una prórroga del partido incluida, nos quisiese indicar lo bonito que puede llegar a resultar el deporte del balonmano para que el espectáculo no se acabase.
Y algo que al menos para mí resultó tremendamente emotivo al término del encuentro que proclamó a España como la tercera mejor selección mundial (por delante de Alemania, Croacia, Polonia, etc, casi nada!) fue el abrazo de los hermanos Entrerríos con su padre. Un gesto que indica que con tesón y coraje se pueden conseguir hechos excepcionales.
Enhorabuena chavales.
¡¡¡Yo soy español, español, español!!!