EL PARTIDO DEL SIGLO
Nunca me ha gustado acudir a los tópicos para definir un encuentro deportivo, aunque reconozco que muchas veces son acertados y recogen en una frase lo que realmente se juegan dos clubes o dos equipos. Son numerosas las ocasiones en que se disputa un partido del siglo, probablemente todos los enfrentamientos entre eternos rivales podrían aceptar este calificativo debido a las innumerables circunstancias en que se produce.
En el rugby, en Valladolid y en España, el partido del siglo es nuestro derby, el Quesos Entrepinares contra El Salvador, el que todos destacan en el calendario y en el que siempre hay algo en juego. Durante muchos años he tenido la oportunidad de vivirlos, primero como jugador, luego como presidente, durante poco tiempo como aficionado y ahora como padre de un tercera línea, y está claro que en todas las circunstancias he tenido que dominar la tensión y la pasión que rodea estos enfrentamientos.
Para el jugador esta debe ser una semana especial. Si no es así, se ha confundido de club, de ciudad y de deporte. El foco mediático está puesto sobre ellos, de los que se espera den absolutamente todo por algo más que una victoria. John Carlin en su libro El Factor Humano trasladado al cine como Invictus expresa como se sentían los springbok antes de la final de la Copa del Mundo de 1995 contra Nueva Zelanda: Los jugadores desayunaron en un ambiente de tensión, presión y expectación insoportables. Sentían que estaban dentro de una burbuja, suspendida en el tiempo. O como unos astronautas a punto de despegar. Guardando las distancias o haciendo un ejercicio de mesura, las sensaciones ante un derby deben ser similares, teniendo en cuenta el compromiso que se presume con tu club y todo lo que ello conlleva.
Al margen de los elementos emotivos, los equipos llegan a este partido con urgencias diferentes pero decisivas para su futuro en la competición. El Cetransa El Salvador, después de una derrota centenaria en Europa con un aluvión de críticas por su participación en una competición que queda grande al rugby español, necesita ganar para mantener su posición privilegiada y el pulso que por ahora mantiene exclusivamente con La Vila.
Por otro lado para el VRAC Quesos Entrepinares una derrota significaría el adiós a la Liga y una victoria volvería a engancharle a la cabeza, volviendo a tener otra final el siguiente domingo en Ordizia. Los buenos jugadores son los que saben soportar la presión y convertirla en una virtud. En lo que se refiere a mi club, estoy convencido que tenemos a los mejores y por lo tanto no me cabe la menor duda que ganaremos.
Pasen y vean: ¡Comienza el espectáculo!