EL PADRE MÁNAGER

Guillermo Velasco | Redactor de deportes El Mundo de Valladolid
6 de Noviembre de 2010

Por desgracia la gran mayoría de deportes de equipo siguen marcados por un gran pedrusco que les impide avanzar y evolucionar. Lo que antes eran vicios ahora parecen ser costumbres cotidianas del día a día. Sólo basta con darse una vuelta por cualquier patio de colegio o polideportivo un sábado por la mañana para presenciar un partido ya sea de baloncesto, fútbol, fútbol sala… Da igual el deporte. La categoría es lo de menos. Un 'personaje', que le vamos a poner la etiqueta de 'padre-mánager', irrumpe con fuerza y adquiere un protagonismo digno de mención y análisis, por su actitud y comportamiento y, por supuesto, por la influencia que puede llegar a tener en ese jugador llamado “de base”. Este 'padre-mánager', como le definió en su día el ex-seleccionador y después entrenador del Grupo Capitol Valladolid de ACB, Javier Imbroda, prefiere obviar las leyes de la cortesía, esa resistencia al primer impulso.


Pero...¿cómo distinguirlo? Es bastante fácil. Aquí una pequeña muestra para distinguirlo en la banda. Generalmente no suele faltar a ningún partido e incluso entrenamiento de sus hijos. Suele tener una actitud activa (me atrevería  incluso a decir que extremadamente activa). Alguno de ellos graba los partidos en vídeo poniendo el autoenfoque única y exclusivamente en la figura de su hijo. Despotrica contra los árbitros. Es ese personaje que se sale del anonimato que no tiene nada que decir pero habla y se pronuncia a gritos. Hace anotaciones. Cuenta los minutos de juego y se permite el lujo de hacer comentarios técnicos para después utilizarlos en un 'catecismo' donde cree poseer el don de la verdad absoluta en materia del deporte en cuestión.Su hijo casi, foco de atención secundario, siempre, siempre lo hace bien. Si lo hace mal, el responsable directo en la gran mayoría de los casos recae en la figura del entrenador, que no le entiende. En algunos casos recae en los propios compañeros, que son a su juicio peores jugadores (aunque no lo diga en voz alta) porque no le pasan o no le bloquean... Pero... el niño es siempre, a la postre, el que lo termina pagando. Ese “jugador llamado de base o canterazo pasa de ser un diamante en bruto (y no sólo como jugador sino también como persona) a un bruto que pudo ser diamante. El proteccionismo mal entendido convierte a ese jugador en período de formación en un consentido, visiblemente diferente al resto de compañeros.


Este 'padre-mánager', que sólo tiene ojos para su ideal de hijo y que en la gran mayoría de los casos es muy diferente al que verdaderamente tiene, en vez de orientarle de una forma positiva, termina convirtiéndose en una especie de mánager que defiende los intereses de un jugador (su hijo) convertido en “cliente” sin ni siquiera haber llegado a la pubertad.


Estos jugadores con mánager, que lógicamente por su temprana edad, inmadurez y ascendencia paterna o materna, asiente a todo o casi todo, terminan siempre diluyéndose en un jugador del montón, que no sólamente pudo llegar mucho más lejos sino, lo más importante, pudo disfrutar verdaderamente de un deporte tan apasionante como el que practica (fútbol, baloncesto, fútbol sala….)


Los 'padres-mánager', cuidadosamente descritos, quedan en evidencia cada fin de semana. 'Numeritos' dignos de analizar que llevan a la reflexión de '¿cómo un padre llega a enseñar a sus hijos costumbres diferentes a las suyas? Y es que nadie puede olvidar que el hábito, en este caso mal hábito, crea la costumbre, la mala costumbre.


POSDATA.- Después de leer este artículo de opinión espero que no se caiga en el error de confundir al 'padre-mánager' con el resto de padres que también suelen ir a los partidos... a disfrutar del baloncesto o, simplemente a disfrutar de sus hijos.