Mesa de la directiva en la asamblea. FOTOS: Mariano González
Mesa de la directiva en la asamblea. FOTOS: Mariano González
Mesa de la directiva en la asamblea. FOTOS: Mariano González
La sala de Cajamar estuvo repleta de socios.
Nacho González y Fernando Hernández, entre los presentes.
Óscar Simón.
 |  BM Valladolid

El amargo adiós de un histórico

11 de Junio de 2014
Escrito por
Guillermo Sanz
Por esperado, un adiós no es ni menos triste ni menos doloroso. Con la caída del rey del balonmano, la corte se queda sola con lágrimas en los ojos y con muchas preguntas sin responder. Esa es la sensación que se pudo palpar después de la Asamblea de Socios celebrada en el salón de actos de Cajamar, donde la directiva encabezada por Óscar Simón, presidente del club; Julio Vicente, vicepresidente; Chema Herrezuelo, directivo; y Juan Domingo, secretario; afrontaron la que será su última exposición ante los socios. 


Los temas a tratar se vieron reducidos a la mínima expresión. Los socios no pudieron optar por dar un último soplo de aire al club; ese camino estaba cerrado. "Que la asamblea haya sido el 11 de junio no es por casualidad. Ayer (por el martes), el administrador concursal llevó los papeles ante el juez. Hasta el lunes hemos luchado por la posibilidad de tener una plaza en Asobal. Ninguno de los equipos ha comunicado que no pueda salir la temporada que viene, lo que ha llevado a que se entregue un informe anunciando que el club no es viable, solicitando su disolución", explicaba Óscar Simón. 


Antes de poner el sello a la crónica de una muerte anunciada, el presidente expuso ante los socios los compromisos adquiridos a principio de temporada. Simón aseguró que se ha solventado de manera satisfactoria puntos como mantener la filialidad con Nava, mantener los equipos de la base, la labor con el BM Valladolid Femenino, la apuesta por jugadores de Valladolid, la creación de un grupo de tecnificación y de una escuela de jugadores. Un trabajo que ha caído en saco roto al no poder cumplir con los dos objetivos principales del club: la supervivencia deportiva y económica. Además, a juicio del presidente del BM Valladolid, conseguir el arraigo del club dentro de la ciudad y de Castilla y León es otra prueba no superada. 


Ante los socios se presentaron las cuentas del club, donde sigue grabada en rojo una deuda de 1.620.373,56€ inferior a la del año pasado (1.733.291,85€) que se verá incrementada con la liquidación del club. Los socios no pasaron por alto el dato y recordaron al presidente el plan amortización de deuda a cuatro años de la que habló a su llegada al club, poniendo en tela de juicio su capacidad de gestión al frente del Balonmano Valladolid. "Yo no soy quién para decirlo; es el resto el que tiene que juzgarnos. No sé si hemos sido buenos o malos gestionando, pero hemos cogido el club en una situación muy complicada", respondía Simón. 


Los abonados comenzaron una batería de preguntas en las que pidieron explicaciones a la directiva sobre hechos acontecidos como, por ejemplo, los catering servidos en la zona de un palco lleno, que la directiva no apoyara a los jugadores en momentos claves de la temporada, la falta de capacidad de reaccionar ante la "invasión" de los seguidores  del Villa de Aranda o la manera de gestionar los días del socio: "Quiero a este club y no he ido a esos días del socio porque no me gusta sentirme robada", admitía una aficionada en relación a la escasa presencia de abonados en los mencionados Días del Club. El sentimiento general era de una afición que no había sido escuchada en sus peticiones por la directiva. 


En la recta final de asamblea de despedida, el capitán del Balonmano Valladolid, Yeray Lamariano tomó la palabra para explicar que los jugadores tendrán que recurrir al Fogasa para cobrar una parte de lo que se les adeuda y para expresar que "la responsabilidad es también nuestra, porque no hemos dado la talla en la pista"; un ejercicio de autocrítica loable la del eibarrés que no compartió el resto de la sala, que eximió a los jugadores de la culpa y agradeció el gesto del guardameta. 


No hubo votación "porque no da lugar", como explicaba Simón. La sentencia estaba firmada y la Asamblea no fue más que una sesión informativa que quisieron cerrar un sector de los socios entonando una última vez sus gritos de guerra para demostrar que el club desaparece pero su espíritu vive en ellos.