César Pérez se duele tras un lance del partido. FOTOS: valladoliddeporte.es
César Pérez se duele tras un lance del partido. FOTOS: valladoliddeporte.es
César Pérez se duele tras un lance del partido. FOTOS: valladoliddeporte.es
Krivokapic fue neutralizado por la zaga arandina.
Héctor Tomás detiene una internada del Villa de Aranda.
 |  Liga Asobal

26-22: El Cuatro Rayas se ahoga a orillas del Duero

2 de Febrero de 2013
Escrito por
Guillermo Sanz
Magi Serra fue el sastre que ha cogido la medida al Cuatro Rayas Valladolid. Con dos alfileres en la boca y un metro en las manos recogió el dobladillo de los pantalones de su equipo, para que no se mojaran el traje de los domingos, y puso la sisa tirante al vallisoletano. Corte y confección del bueno. Una lección de sastrería para hacer una camisa de cuello apretado para el Cuatro Rayas Valladolid, que ve los puestos seguros un poquito más lejos. 


El equipo de Juan Carlos Pastor parecía no encontrar en su plumier las tijeras para cortar la telaraña que había tejido Magi Serra y su terna de arañas pintadas de amarillo y naranja. Miga a miga, los jugadores arandinos fueron haciendo un pan amargo para el Cuatro Rayas. 


Maki puso a calentar el horno del Príncipe de Asturias y la levadura empezó a hacer subir el bizcocho burgalés. El extremo hizo de Jack el Destripador asestando cuatro precisas incisiones en el abdomen del Cuatro Rayas que Pastor quiso coser de inmediato con un tiempo muerto (7-4). 


Los hombres de Magi Serra se sabían de memoria el guión del partido. Solidez atrás y evitar ceder campo al Cuatro Rayas para correr. Con el cuadro pucelano atado de pies y manos, la fiesta de la grada del Príncipe Felipe se extendió al campo. Los locales pusieron la ropa de andar por casa y, más cómodos, alcanzaron su momento zen (10-7). 


El Cuatro Rayas sacó su batín de los domingos del baúl; le quitó el polvo y se lo enfudó. Busco tranquilidad a la desesperada y la encontró con los mejores momentos de los pucelanos que remaron hasta la orilla, reduciendo las distancias hasta la mínima expresión, jugando el efecto sorpresa con Víctor Alonso como adelantado (11-10). 


No fue más que un espejismo pasajero. La vista jugó una mala pasada a los intereses vallisoletanos. El Villa de Aranda vio los dientes al lobo y le puso un bozal. Sladic ponía el cepo desde la línea de siete metros y Diego Camino sujetaba el candil para que colocara la trampa triple que otorgó al cuadro burgalés la máxima renta, segundos antes de que la dupla arbitral indicara el camino de los vestuarios (14-10). 
 

Tras secarse la cabeza del jarro de agua fría, el balonmano volvió al tapiz verde del Príncipe de Asturias, y lo hizo con un Villa de Aranda empeñado en postularse como la bestia negra del Cuatro Rayas. Dos zarpazos arandinos eclipsaron la posibilidad de reacción (16-11). El encargado de poner freno a la locomotora negra fue Javi Díaz, un trotamundos disfrazado de pulpo. Sacó brazos de todos los colores para desquiciar a los extremos pucelanos. Un país en la mochila y dos puntos en el zurrón. 


La esperanza vallisoletana apareció por la bocana cuando Hugo Garza puso la nota más desafinada en el entonado coro arandino. El jugador fue duda hasta última hora y su participación dio alas al Cuatro Rayas. El equipo de Pastor aprovechó sus dos exclusiones para bombardear la meta de Javi Díaz. Las dos partes apuntaban al entendimiento (17-16). Pastor dio un golpe de efecto pidiendo un tiempo muerto en inferioridad, consciente de que era el momento de dar el estirón. Batido de proteínas para todos y tinte de color claro para la afición. Los pinceles les prestaron los pivotes; Peciña colgó el empate en el luminoso y, segundos después, Gonzalo Porras dejaba en manos del Cuatro Rayas la primera ventaja del partido para su equipo: 18-19. 


Con Diego Camino noqueado y neutralizado parecía que los pupilos de Pastor habían encontrado la tecla correcta que aporrear. Fue entonces cuando la moneda se volvió a lanzar al aire. Salió cruz, la de las exclusiones, para desconchar el muro que a Pastor le había costado 50 minutos levantar. Primero Peciña y después Ávila vieron levantarse los dedos índice y corazón del árbitro, dejando al conjunto vallisoletano cojo. Una circunstancia bien aprovechada por los chicos de Magi Serra para poner la zancadilla en la pierna de apoyo que quedaba sana. Con un parcial de 5-1 volvieron a coger el timón del partido.


Poco le duró la batuta al Cuatro Rayas, que poco a poco terminó erosionado por la animosa corriente burgalesa que hizo un agujero en una defensa ahogada incapaz de frenar al torbellino ribereño. Poco a poco, la herida se hizo más grande y los locales volvieron a tener en su poder la misma renta con la que terminaron la primera parte (26-22). 


El Cuatro Rayas comienza el año con una derrota a orillas del Duero que le aleja de los puestos seguros de la clasificación y le coloca en una posición comprometida con respecto a sus rivales directos. Toca dar varios golpes de remo para nadar contra la corriente que le ha arrastrado hasta la zona peligrosa de la tabla.  



FICHA TÉCNICA


26.-BALONMANO VILLA DE ARANDA (14+12): Javer Díaz (p.), Diego Camino (3), Rasero (1), Gañarul (4), Plaza Lara (4), Iker Antonio (2) y Cirac (2) - Siete inicial- También jugaron: Maki (6, 1p.), Sladic (2), Alberto Camino (1), Hugo Garza (-) y Corcera (1).


22.- CUATRO RAYAS VALLADOLID (10+12): Héctor Tomás (p.), Peciña (1), Eilert (6), Fernando Hernández (1), Krivokapic (2), Ávila (1) y Félix García (-). -Siete inicial- También jugaron: Gonzalo Porras (3), César Pérez (2), Megías (1), Víctor Alonso (5, 1p.), Bozovic (-) y Lacasa (-). 


Parciales cada cinco minutos: 2-1, 4-3, 7-4, 8-6, 11-9, 14-10 -Descanso- 15-11, 16-14, 18-16, 19-20, 23-21, 26-22- Final- 


Árbitros: Pastor Gamón y Rodríguez Rodríguez (Federación Catalana y Gallega). Excluyeron a Hugo Garza (Min. 36 y min. 42) y a Plaza Lara (Min. 58), por parte del Villa de Aranda y a Peciña (Min. 50) y a Ávila (Min. 53)del lado del Cuatro Rayas. 

Incidencias: Partido perteneciente a la decimosexta jornada de la Liga Asobal, celebrada  en el Polideportivo Príncipe de Asturias ante, aproximadamente 2.800 aficionados. En los prolegómenos del partido se guardó un minuto de silencio en honor a Ángel Herranz, Alforjillas.