La afición recibe al equipo de la esperanza
Verde que te quiero verde. Verde viento, verdes ramas, rezaba uno de los versos más recordados salidos de la pluma de García Lorca. Haciendo un guiño al más grande prosista granadino, el Cuatro Rayas se presentó ante su afición, vestido del color al que cantaba Lorca, el de la esperanza, y, es que, en tiempos de crisis no queda otra que aferrarse a ella.
Una esperanza alimentada por la ilusión de un proyecto joven, con ganas de aprender de los escasos supervivientes veteranos que se mantienen en el castillo de Huerta del Rey, que desfiló en la casa del Cuatro Rayas, ante los aproximadamente 400 aficionados que desafiaron al agobiante calor que imperaba en el polideportivo, para dar la bienvenida a sus nuevos jugadores.
En un acto austero, lejos de las campanillas y los derroches, el mítico periodista deportivo, Marco Antonio Méndez, se convirtió en el maestro de ceremonias. Todos los jugadores se enfrentaron al micrófono del speaker y, unos con más tablas que otros, dieron las gracias a la afición por confiar en mantener a flote el barco amarillo.
Hubo aplausos para todos. Nadie se quedó sin su ración de cariño, pero el que se llevó la más emotiva ovación fue Óscar Perales. El cántabro continúa con los dos pies metidos en el barro del infierno. Su rodilla continúa plantándole guerra y la afición quiso mandarle ánimos en forma de cariño. El proyecto es muy ilusionante, muy joven, y todos tenemos ganas de ponernos a trabajar, confesó el central al micrófono de Marco Antonio.
Si el aplauso a Perales fue sentido, no lo fue menos para los más maduros del vestuario: Ávila y Fernando Hernández. Peinar canas es un lujo en un vestuario plagado de juventud, y la afición sabe de la valía de esa experiencia. La edad no importa sino las ganas de jugar, y de eso anda sobrado Fernando.
Una de las bajas más notables fue la de Sierra. El onubense ya es jugador de Paris Handball, y su sucesor bajo palos, Lamariano, quiso alentar a los seguidores del Cuatro Rayas a que se abonen esta temporada: A la gente que se ha abonado hay que darle las gracias por apoyarnos, y a los que no lo han hecho decirles que se animen, porque va a haber muchas tardes de buen balonmano aquí, manifestó el eibarrés.
Entre tantas caras conocidas y tanto calor para los yogurines de la plantilla, el acto sirvió para que la afición conociera en primera persona al último fichaje amarillo, el de Iñaki Peciña. El irundarra, que heredará el dorsal número cinco que ha dejado huérfano Asier Antonio, mostró su satisfacción por entrar a formar parte de la familia del Cuatro Rayas.
Hoy comienza una nueva era en el Balonmano Valladolid. Un golpe de timón motivado por la crisis económica que ha dejado el futuro deportivo del club en un grupo de brotes verdes a los que hay que regar para que florezcan. Verdes, sí, del mismo color que la esperanza.
Pastor: Es una temporada difícil de pronosticar
El técnico ya tiene la piel curtida en presentaciones, sabe perfectamente cómo funciona el primer día de un equipo, y muchos años de experiencia en sus espaldas le avalan. Aunque en esta ocasión el pistoletazo de salida de la nueva temporada deja muchas dudas de cuánto jugo puede sacar a este equipo y de cuál es el lugar que su escuadra tendría que ocupar en la Asobal. Es una temporada difícil de pronosticar. No sabemos exactamente dónde estamos. Es un equipo con muchas novedades, un equipo en construcción. Tenemos que partir en muchas cosas de cero, pero con muchas ganas de trabajar, porque es un reto para todos, reconoce el técnico.
Lo que sí que tiene claro Pastor es que sus jugadores tienen que dar lo máximo, regla inamovible en su reino: Queremos competir todos los días. El que lleve la camiseta de este equipo tiene que saber que aquí se sale a competir y que hay que ser un equipo dentro y fuera del campo, declara.
Una nueva aventura para el vallisoletano, que aunque reconoce que tener que renunciar a Europa ha supuesto una decepción, apuesta por dejarlo atrás y mirar hacia adelante.