Ávila durante el partido de la pasada temporada. FOTO: Photogenic.
| Cuatro Rayas Valladolid
Peón contra torre
5 de Febrero de 2013
El ajedrez es un juego que puede presentarse ante los ojos de quien lo juega en diferentes formatos. Las piezas pueden venir talladas en cristal, plástico o algún mineral. Los peones pueden aparecer como guerreros de Terracota, escoltando a su emperador, o incluso pueden desfilar decoradas bajo la apariencia de dibujo animado de moda. Miles de variantes y un tablero que no miente; 64 casillas de renta en los que un estratega intenta acorralar a otro mientras a uno se le va haciendo más pequeño y al otro más grande. Esa es la magia de un juego nacido en Oriente y dominado por los rusos, pero un juego, al igual que el balonmano.
Pastor es un rey esculpido en mármol erosionado por sus peones. Cada jornada, el técnico ve cómo esquivar el jaque cada vez es una labor más complicada, cada vez quedan menos figuras con las que defenderse y el tablero parece que crece por momentos. Para colmo, el miércoles (20.30 horas) aparece la cabeza pensante de Karpov Jota con sus torres preparadas, apuntando con sus cañones el tablero de Huerta del Rey.
La derrota ante el Villa de Aranda el pasado sábado ha dejado la cabeza de Pastor en estado crítico. Su billete para Hungría ya está sacado para junio, pero la profesionalidad no desaparece con los contratos y el espíritu ganador va candado al genoma del técnico, por esta razón, la crisis que está dejando al Cuatro Rayas descolgado de la liana de la permanencia, está afectando al entrenador : "Casi me da vergüenza salir a la calle el domingo, y eso que creo que estoy haciendo mi trabajo al máximo", asegura.
"El balonmano es pasión para mí, es mi vida, y está siendo, a veces, una pesadilla. Todo el trabajo no está sacando su rendimiento", lamenta. Pastor no cree que los males del Cuatro Rayas residan en el dibujo táctico o en el sistema y sí en conceptos estudiados que no se llevan a la práctica: "Hay cosas que son sota, caballo y rey. Sólo quiero que se haga lo que pido".
Borrón y cuenta nueva. En el deporte no hay opción, como en los arcades, de continuar la partida con un insert coin y volver a enfrentarte a la pantalla de Aranda sabiendo cuáles han sido los errores que te han llevado a perder tus créditos. Los puntos no saldrán de la localidad burgalesa, los tienen bien encadenados los ribereños. El miércoles es turno de intentar hacer los deberes en otro nivel, ante el Naturhouse La Rioja.
Jota vuelve a Huerta del Rey con la moral a la altura de las nubes después de ganar la pasada jornada al Atlético de Madrid, y con un arsenal de torres capaces de poner contra las cuerdas a cualquier rey, incluso a Dujshebaev. En lo que dura un pestañeo pasan de una punta a otra del tablero, casi sin pisarle en su trayectoria. Una torre de marfil, pero una torre al fin y al cabo, y torres más altas han caído: "Es complicado, pero no estamos para elegir. Tenemos que luchar cada partido. No podemos perder los valores del Balonmano Valladolid", avisa Pastor.
Thiagus Petrus hará de Rubén Garabaya, lesionado de larga duración, en Valladolid. El brasileño será el cabecilla de una banda organizada con expertos asesinos como Mindegía, Cuartero Silva, Paván... y así hasta contar con "dos jugadores contrastados por puesto", a las órdenes de Jota.
En un año que Pastor define como "difícil y complicado" la consigna no podía ser otra que "sumar donde y como sea", sobre todo en territorio propio: "No se puede olvidar que jugamos en casa, y en casa hay que intentar ganar todos los partidos sea contra quien sea. Está claro que ellos tienen otro nivel, pero por cambiar los peones no vamos a cambiar el tablero. Esto es Huerta del Rey", recuerda el técnico, al más puro estilo de Leónidas en 300, que cada año maneja "diferentes jugadores, pero con la misma camiseta". Una camiseta que la próxima temporada, desde la distancia, confía ver paseándose por la élite del balonmano nacional: "Tengo la certeza absoluta de que el equipo se va a mantener, sino no estaría aquí", asegura Juan Carlos Pastor, que tiene el miércoles ante sus manos una partida transcendental frente a la mente que seguramente mejor conoce sus jugadas.