Omnipresente Raúl
Guillermo Sanz
Parafraseando la canción de Alejandro Sanz, y entrando en manidos tópicos y arquetipos, pero válidos como pocos: con el corazón "partio". Así se debe sentir Raúl González cuando, cumpliendo sus labores de segundo entrenador, se enfunda el mono de trabajo y pisa Huerta del Rey con un escudo en el pecho, el del Renovalia Ciudad Real, que no es el suyo, y que nunca lo será. Los paradigmas del destino les obligaron a peregrinar de una Castilla (la vieja) a otra (la nueva) en busca de una manera de ganarse el pan con un trabajo ligado con su pasión: el balonmano. La huella que el de San Viator dejó en la vereda del Pisuerga es tan honda que ni el paso del tiempo ha logrado borrar, y si alguna vez el reloj erosiona su silueta sólo será necesario elevar la vista hacia el techo del feudo amarillo para recordar quién fue Raúl en la historia del BM Valladolid. Ahí, en las alturas se erige imperioso el dorsal número 14 que un día dejó en las taquillas con lágrimas en los ojos.
Ahora, seis años después de recoger su petate, vuelve una vez más a su casa, donde la grada le espera con una selección "gran reserva" de aplausos sentidos. En el banquillo asesora a otro de los históricos del balonmano nacional, Talant Dujshebaev, sobre la manera en la que podría derrocar en una partida de ajedrecistas tácticos a su maestro, Juan Carlos Pastor, con el que se fundió en un emotivo abrazo en los prolegómenos del encuentro.
Pero el de Delicias no vino sólo a Huerta del Rey. Lo hizo con tres jugadores que conocen lo que es enfundarse la elástica amarilla y recibir el aliento de la grada: Chema Rodríguez, David Davies y Roberto García Parrondo.
La primera declaración de intenciones de Chema Rodríguez se selló con un rocoso marcaje de Edu Ruiz que acabó con los huesos del central palentino en el parqué de Huerta del Rey. La reencarnación de Raúl González en el terreno de juego no fue un peñasco y su floja actuación en el primer periodo, en el que sufrió una exclusión no es reflejo de la calidad que atesora el defensor y de la que hizo gala en su etapa en gualdo y amarillo. En la segunda mitad el vallisoletano se metamorfoseó en un metrónomo que repartía el juego de los castellano manchegos. El central pagó caro su esfuerzo y terminó con una bolsa de hielo relajando las molestias de su rodilla derecha.
David Davis. El extremo intentó sin mucho acierto, y secundado en la misión por Chema, parar los envites desde la diestra de Gurbindo y Joli. El diestro sumó la anecdótica primera amonestación en el lado de los manchegos. El canterano del Granollers se disipó en la línea de defensa y el apenas mostró las dotes armamentísticas de su brazo derecho.
Roberto García Parrondo apenas entró en juego para los manchegos. El extremo madrileño salió apagado y su actuación, pese a convertirse en el peón avanzado en el esquema marcado por Dujshebaev, se vio ensombrecida por su pobre aporte al juego blanco.
Un capote y un técnico destituido en la grada
Una estrella más brilló en Huerta del Rey. En esta ocasión una figura del toreo: José Miguel Pérez, "Joselillo". El diestro ocupó una de las animadas localidades del Fondo Sur y vibró con un espectáculo casi desconocido para él, hasta el día de hoy. "Es la primera vez que vengo. Me ha invitado un amigo. Nunca había tenido la oportunidad de verlo y me está gustando", reconoce el matador vallisoletano, mientras se levanta de su asiento espetando un sonoro Gol. Lo que más le ha al espada es "la cercanía de la afición con el equipo" y ha despertado su admiración "el despliegue físico que hacen. Están hechos unos toros... y yo de eso entiendo mucho", manifiesta el torero entre risas. Pese a la derrota de los amarillos, Joselillo, vuelve a su casa encantado con el espectáculo vivido, el BM Valladolid ha ganado un adepto más al que le encantaría "volver a animar al Pucela".
También estuvo presente en las gradas del recinto vallisoletano un Antonio Gómez que horas antes se había despedido como entrenador del Real Valladolid. El técnico madrileño estuvo acompañado por su preparador físico Gonzalo y ambos pudieron ver, sufrir y disfrutar con el encuentro de la Liga Asobal. Tal vez su parentesco con los manchegos y su salida accidente de Valladolid le hicieron esta vez ir más con el conjunto visitante.