FOTOS: Mariano González
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 |  Cuatro Rayas Valladolid

Emotiva despedida

26 de Mayo de 2013
Imagen de sgarcia
Escrito por
Sara García

Nervioso, preocupado, emocionado y todos los adjetivos que se quieran añadir. Así es como se sentía Pastor en el último partido en su casa, en su pabellón, ante su afición, dirigiendo al que ha sido y será siempre su equipo.

Así que oyó entre nervioso y emocionado la ovación de gala que le rindió el público cuando se escuchó su nombre por megafonía en la presentación del equipo. Pero no era el tiempo del homenaje. Primero había que ganar, y ya con el objetivo cumplido, sería otra cosa, como él mismo después explicó en rueda de prensa: "lo he pasado mal antes del partido".

Preocupado. No paró durante el encuentro, no se sentó ni un momento, andaba, corría, gritaba, daba órdenes, incluso fue amonestado por los árbitros. Pero ése era su partido, el más importante de su carrera, al que no hubiera querido llegar al final de la temporada jugándoselo todo. Preocupado, sólo un gol arriba al descanso.

Pero esos jugadores y esa afición no merecían otro final que no fuera seguir en Asobal. Y la permanencia fue otro título más. Otro día para recordar en la historia del club y en la suya particular. 25 de mayo de 2013, como otro 29 de mayo y un 29 de diciembre y...recordará Pastor al terminar el encuentro.

Entonces ya sí era su momento. Ya sí podía abrazarse a sus jugadores que saltaban juntos en medio de la pista. Pero lo primero que hizo, con una botella de agua en la mano y una nube de fotógrafos a su alrededor, fue recorrerala para ir al otro lado de la grada a besar a su familia. Emocionado. Y después, derroche de abrazos, micrófonos, fotos y un jugador que le secuestra de los periodistas y se le lleva. El equipo mantea al entrenador ante el aplauso de la afición.

Cuando se consigue despejar el enjambre de gente, es el turno del homenaje. El oficial, el que estaba preparado. Primero varias placas que él enseña y ofrece al público, después, la medalla de oro y brillantes del club, en medio de los abrazos a las autoridades.

Y llega su momento. Nervioso. Emocionado. Con el micrófono en la mano y los jugadores aplaudiéndole, dice que no hubiera sido justo perder ni descender. Da las gracias a la afición "por dejarnos soñar". Y deja una cosa clara, que más tarde también repetirá ante los periodistas: "Esto no es un adiós, es un hasta luego porque nunca diré adiós ni a mi club ni a mi ciudad". Y termina, antes de la ovación final: "Gracias a todos de corazón". Breve pero claro, directo y emotivo.

Los jugadores, encabezados por Marko Krivokapic que también ha sido su último partido como jugador, dan la vuelta al pabellón saludando y aplaudiendo al público, pero él sigue atendiendo a la gente que le felicita y quiere fotos con él. No es para menos, algunos no han conocido otro técnico en este banquillo. Incluso en el túnel de vestuarios le espera también otro gran entrenador, Djukic, para abrazarle y desearle suerte. Pues eso es lo que le deseamos todos, suerte. Y gracias por 18 años dedicados a este club, su club.