23-30: Festín en el pabellón de As Tavesas
Sobre el mantel de As Travesas se sirvió un suculento entrante en una cena de viernes noche en la que todo el mundo pensaba más en la Copa que en los platos. Cosas del destino, el Cuatro Rayas se enfrentaba a la primera valla que saltar en la calle que lleva a la final de la Copa del Rey. Lo hacía una docena de días antes de la cita de Torrevieja. Una ocasión perfecta para que cada entrenador sacara el metro y comenzara a coger la medida de su rival. En el mundo de la sastrería, Pastor es un diseñador de alta costura y le hizo un traje a su homólogo Quique Domínguez, antes de que este supiera que era la hora de empezar a cortar el patrón.
Y eso que las cosas no empezaron a pintar bien para los vallisoletanos, que formaron con Asier Antonio en el pivote y con Ávila de central desde el inicio, dejando a Cutura, único central puro con el que cuenta el equipo en el banquillo. Variaciones en un siete inicial que cuadró filas con la guardia pretoriana de Pastor. Los gallegos comenzaron poniéndose por delante en el marcador, las férreas defensas no dejaban lugar al espectáculo (en los primeros ocho minutos sólo se vieron tres goles), el infalible Joli erraba desde los siete metros y Asier Antonio dio el susto de la noche al retirarse al banquillo con molestias. Finalmente, el irundarra volvió a la pista, haciendo más sonoro el aliviado resoplido de un Pastor que no está como para seguir perdiendo efectivos en una plantilla corta y devolviendo las aguas a su normalidad.
Con los gallegos marcando su ritmo, a los vallisoletanos les costó un tercio de parte empezar a mandar en el luminoso. Tres contraataques materializados por Nikcevic en apenas un minuto volteó el marcador. El balcánico lanzó una pedrada en la ceja viguesa que abrió brecha en el ego del Octavio, que tiró por la borda el buen inicio de partido. El resultado de 4-7 sirvió para que la historia del partido se escribiera con rotulador amarillo. Poco a poco, el Cuatro Rayas fue bordando en el mantón de As Travesas el signo de la victoria. Los hombres de Quique Domínguez no supieron seguir el ritmo a un rival que le hizo un seis, diferencia de goles con la que se llegó al descanso, en su traje de los domingos, algo normal si te vistes de gala el viernes. El marcador 8-14 al descanso en contra de los vigueses, que aún tenían tiempo de zurcir el roto de la primera mitad.
El segundo acto comenzó con un intercambio de golpes que comenzó Eilert, que esta vez parece que hizo las paces con los lanzamientos desde los nueve metros (4 de 4 para el danés). En los primeros compases el partido pareció convertirse en un reparto de chuches en el patio del colegio: Una para ti, una para mí. El equitativo reparto no beneficiaba en absoluto los intereses gallegos que para colmo de males veía como Nikcevic era el alumno aventajado y egoísta que quería más caramelos en su saco, un hecho que no dio tregua a un Octavio que se veía incapaz de recortar distancias ante su afición.
El Cuatro Rayas apenas se apeó del burro del seis en la segunda parte: 10-16; 12-18; 14-20
y el minuto 40 llegó casi sin avisar. Cinco minutos después el marcador se hacía eco de un abultado 14-23. Nueve goles abajo era mucho peso para un Quique Domínguez que pidió un tiempo muerto para crear una conjura con sus hombres que si no iba encaminada a encabezar el rescate de los puntos de As Travesas, si buscaba por lo menos una capa de maquillaje que dejara un aliento de esperanza para la afición viguesa de cara a la eliminatoria copera.
Sólo Cacheda, desde su posición de central, parecía brillar dentro de un Octavio que mostró todas sus carencias en su propia casa, pero el de Lalin tampoco pudo poner las riendas a un caballo desbocado que siguió aumentando su renta para no pasar los agobios a los que está acostumbrado cuando viaja fuera de Huerta del Rey. Con 18-28 ya la ventaja permitía licencias como dar minutos de rodaje a los jugadores que están siempre preparados en la segunda línea de batalla. Yeray tomó el relevo de Sierra bajo palos y siguió acumulando minutos tras completar con nota el partido de la semana pasada ante el Antequera. Mención aparte merece el rendimiento del joven Félix García, que se está especializando a ser el notario que da fe con su último gol de la victoria de su equipo. Uno más para el canterano que suma un gol por cada partido que juega.
La nota que quedó registrada en el libro de visitas de As Travesas deja patente que la suerte ha acompañado al Cuatro Rayas en el sorteo de la Copa del Rey. Poco miedo infunden los gallegos de cara a la cita de Torrevieja. Eso sí, confiarse puede ser un pecado capital que se paga con un billete de vuelta a casa. El día siete de marzo se verá si los vigueses tienen algo más que ofrecer sobre el parqué. Por lo pronto, el Cuatro Rayas se dio un homenaje en As Travesas. Una mariscada con dos puntos con sabor a langosta (que fuera de casa sabe siempre mejor), que le vale para seguir firme en la tercera plaza y para pegar un ilusionante sorbo a la Copa del Rey.
FICHA TÉCNICA
23.- Academia Octavio: Javi Díaz (p), Rafa Dasilva (1), Sedano (1, 1p.), Polakovic (1), Colorado (1), Edu Moledo (3) y Fontán (2) Siete inicial- También jugaron: Nantes (4), Cacheda (4), Cequeira (2), Carro (-), Nando (3) y Barbón (1).
30.- Cuatro Rayas Valladolid: Sierra (p.), Asier (-), Krivokapic (2), Gurbindo (4), Ávila (-), Joli (3, 2p.) y Nikcevic (6) Siete inicial- También jugaron: Yeray Lamariano (p.s.), Romero (3), Cutura (5), Eilert (4), Tokic (), Félix (1) y Víctor Alonso (2)
Árbitros: José Luis Fernández Fernández y Alberto Rodríguez Rodríguez, de la Federación asturiana. Excluyeron dos minutos a Cequeira y Carro por parte de los locales y a Ávila, Romro, Asier y Tokic, por el lado de los visitantes.
Parcial cada cinco minutos: 2-1; 4-3; 6-8; 6-11; 7-13; 8-14 Descanso- 12-16; 14-20; 14-22; 17-27; 19-29 y 23-30.
Incidencias: Partido perteneciente a la decimonovena jornada de la Liga Asobal, celebrado en el polideportivo de As Travesas de Vigo, ante aproximadamente 1.300 espectadores.