|  Cuatro Rayas Valladolid

21-28: La poción mágica se acaba

8 de Diciembre de 2012
Imagen de mgonzalez
Escrito por
Mariano Gonzalez

Estamos en el año 2012 después de Jesucristo. Toda la piel de toro está ocupada ¿Toda? !No! Una aldea poblada por irreductibles pucelanos resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de legionarios en los reducidos campamentos de Atlétirium, Barcelirium y Ademarum. Esa era una frase que tenía sentido las pasadas campañas pero en esta ocasión ya solamente se trata de una idea ya lejana. La poción mágica se está terminando (esperemos que no definitivamente), Astérix y Obélix ya no están en la aldea y el druida Pastorámix parece no encontrar la fórmula para que los equipos no asalten a el otrora irreductible pabellón.

El choque arrancó vibrante, como todos los que miden a pucelanos y leoneses pero la poca poción que tenían los locales la gastaron muy pronto. Alentados por un siempre fiel público los morados se lanzaron contra las ordas leonesas que no sabían cómo defenderse. Con un arranque esperanzador, los de Pastor se pusieron por delante 3 a 2. Pero la alegría dura poco en la casa del pobre. Los pupilos de Cadenas se pusieron el traje de faena y con una defensa agresiva se pusieron por delante (4-5).

La defensa local 5-1 con Fernando Martínez como adelantado sobre Ruesga no funcionaba del todo y los visitantes, muy acertados de cara a portería, se escapaban en el marcador. Cuatro Rayas no era capaz de circular el balón con fluidez y se obcecaba en intentar penetrar el fortín leonés por el centro. Cuando encontraban un hueco aparecía la enorme e inconmensurable figura de Malumbres, que con una serie de paradas de mérito fue minando la moral pucelana.

Los efectos de la poción ya estaban fallando y empezaron a sonar los primeros acordes del arpa de Asuracentúrix. Los habitantes de la aldea estaban erráticos en ataque y dóciles en defensa donde las riñas internas empezaban a aparecer. En el ir y venir de ataques las bajas en forma de exclusión estaban a la orden del día. El problema para los locales era que su rival sí que era capaz de tomar ventaja y ellos se mostraban incapaces de hacer lo mismo. Al final del primer acto brillaban sobre el parqué dos figuras y las dos eran leonesas, el meta Malumbres y Carlos Ruesga que cuajaba un partido redondo tras su lesión (7-14).

Ataque sin premio

Los luchadores se iban a descansar y tras recuperar fuerzas los pucelanos se volcaron sobre la guarnición de Ademarum. La ventaja todavía era sustancial para los locales pero los de Pastor no se iban a rendir. El druida les preparó una poción secreta en la que estaba implicada también la grada que empezó a mandar sobre los aficionados leoneses. Los pucelanos movían el balón con fluidez sobre la defensa 6-0 de los visitantes y se acercaron en el marcador (11-17).

Cadenas se veía obligado a parar el vendaval pucelano. El choque se convirtió entonces en un correcalles de siete metros, pérdidas, golpes, luchas titánicas por la lucha del balón y demás circunstancias típicas de un derby. El tiempo transcurría y los pucelanos se acercaban lentamente en el marcador gracias a subir un punto de agresividad en su juego. Tras la exclusión de Matías los de Pastor ajustaron el electrónico (17-21). El final iba a ser de infarto.

Faltaban algo más de diez minutos para el término del choque y los nervios inundaban el pabellón. El balonmano dejó de ser por momentos lo importante para dejar protagonismo a la rivalidad en la grada, que se trasladó a la pista donde los jugadores estaban más preocupados de chocar contra sus rivales que de centrarse en el deporte.

La ventaja visitante se mantenía en los cinco (18-23) cuando el druida pidió tiempo muerto para dar las últimas instrucciones a sus pupilos. Los pucelanos se estaban dejando la piel, habían mejorado respecto a las últimas jornadas, pero no era suficiente. La última gota de poción se había esfumado. Los pupilos de Pastor se encontraban ya sin fuerzas; todos sus disparos se marchaban fuera o se topaban con Vermejo y los leoneses mataban a la contra coreados por los olés de su afición.

Al final del choque no hubo festín alrededor del fuego con música (sólo los aficionados podían aplaudir), jabalíes y menhires, simplemente hubo caras largas mientras los leones festejaban haber entrado y conquistado la aldea morada. Ójala los de Pastor no se conviertan en esos piratas liderados por Barbarroja condenados a trabajar en Asofusa como posaderos, esclavos o remeros para compensar la ausencia de un botín que les permitirá pagar un nuevo barco y que no veamos por Huerta del Rey a Patapalo patidifuso alcanzado de citas latinas  como O tempora, o mores.

En lo que resta de temporada, los Eilert, Krivokapic, Ávila y demás deberán encontrar de nuevo la poción mágica y para que puedan volver a ser esa irreductible aldea que les permita seguir luchando un año más en la elite del balonmano español.

FICHA TÉCNICA:

21-CUATRO RAYAS VALLADOLID: Héctor Tomás, Gonzalo Porras (3), Eilert (3), Fernando Hernández (3), Krivokapic (3), Megías (4) y Ávila (2) (siete inicial) Tambíen jugaron Iñaki Peciña, Félix García, Bozovic, César y Víctor Alonso (3)

28-REALE ADEMAR LEÓN: Malumbres, Cabanas (4), Goñiz (6), Matías (1), Piñeiro, Álvarez y Carrillo (siete inicial). También jugaron Ruesga (5), Vranjes (1), Vrazalic (3), Borges (4), Asasin (p.s)

Parciales cada 5 minutos: 3-2, 4-5, 6-8, 6-10,, 7-12, 7-14 (descanso), 8-15,12-17, 14-20, 17-21, 19-25, 21-28.

Los árbitros excluyeron a Peciña (roja tras 3 exclusiones) y Krivokapic (2) por parte local y a Cabanas, Goñiz, Castro, Matías, Vranjes y Vrazalic por parte visitante