




Los niños autistas juegan en la Universidad
La pista deportiva de la UEMC se llena de niños, de color y de juego tres veces a la semana. Hoy es viernes y unos cuantos padres traen a sus hijos al Programa de Jóvenes Deportistas Special Olympics Fundación Laureus UEMC. Los recogerán una hora después, en la que los pequeños habrán jugado y pasado un buen rato con los jóvenes voluntarios. Aros, cubos, fútbol, balones, conos... o simplemente pasear. Una explosión de color para los sentidos.
La UEMC tiene un programa de actividades y ejercicio predeportivo para niños con discapacidad intelectual, aunque la mayoría de los menores que acuden sufren autismo. Unos voluntarios y alumnos de la Universidad pasan unas tardes divertidas con ellos, lo que les ayuda en su crecimiento físico y mental mendiante el juego. Cada día, el responsable del proyecto de jóvenes deportistas, Javier González Lázaro, les prepara un programa de juegos y actividades en el que desarrollan diferentes habilidades, aunque luego la práctica es que cada niño es diferente y deben adaptarse a sus características y al día.
Este profesor de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte explica que el programa arrancó durante el curso pasado desde el Servicio de Voluntariado, Acción Social e Igualdad a través de un convenio de colaboración entre Special Olympics España y la UEMC. El programa fue impartido por estudiantes voluntarios, en su mayoría del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y algunos alumnos de Fisioterapia.
Por ello durante este curso se mantiene un día con la participación de voluntarios y se han incluido dos días como una metodología de aprendizaje-servicio dentro de la asignatura de "Ejercicio Físico y Discapacidad" impartida por él. Así, este curso son 75 alumnos de esta asignatura los que participan y 29 voluntarios alumnos de la UEMC. El programa consta de tres sesiones semanales, pero los participantes asisten, gratuitamente, a una o dos, según su elección.
Javier González Lázaro fue director del servicio de voluntariado hasta octubre de 2015 y coordinador de deportes, ocio y voluntariado de FEAPS Castilla y Léon (Federación Polideportiva de Discapacitados de Castilla y León). Junto a él está Teresita Fidalgo de Hoyos, la directora del Servicio de Voluntariado de la UEMC, que hoy se ha acercado a ver cómo se desarrolla la actividad.
En el programa participan 31 niños y niñas de entre 2 y 8 años, en su mayoría con trastorno del espectro autista (TEA), aunque hay algunos participantes que presentan discapacidad intelectual. Rafael tiene TEL (trastorno específico del lenguaje). Su madre, que trabaja en la UEMC y se enteró del programa, está encantada porque "le ha favorecido la integración sensorial muchísimo y la coordinación corporal". Rafael tiene 6 años y una disfasia, un trastorno del lenguaje oral que consiste en una falta de coordinación de las palabras y se produce a causa de una lesión cerebral.
Para comenzar el proyecto se hizo un llamamiento a diversas asociaciones y entidades que trabajan con personas con discapacidad intelectual en Valladolid, pero Javier González explica que la única que respondió de forma decidida y se implicó en el programa fue la Asociación Autismo Valladolid. La colaboración con esta entidad es total. Primero impartieron una sesión formativa para los alumnos que iban a participar en este proyecto para que supieran manejar a estos niños y dan apoyo y asesoramiento.
En este segundo curso hay dos Trabajos de Fin de Grado vinculados al programa, dirigidos por los doctores Alejandro Santos Lozano y Juan Martín Hernández, también profesores de la UEMC. María Bratos y Maalen Beraza son las dos jóvenes que están con ellos, observándoles y entregando unos cuestionarios a los voluntarios al terminar la actividad. Aún están en la fase experimental - que se extenderá hasta junio- pero creen que el programa mejora la calidad de vida de los niños y las familias.
Observan parámetros como el sueño, comportamientos, ansiedad, estrés...y su hipótesis es que todo mejora con estos juegos y actividades deportivas. Ya han comprobado cómo ha mejorado la relación con otros niños aunque afirman que "cada niño es un mundo". lo importante es que "los niños se van contentos y quieren volver", dicen las dos estudiantes de 4ª de CAFAD que ralizan su trabajo fin de grado para octubre.
Esto mismo lo ratifican varios padres cuando vienen a recogerlos. El padre de Alejandro valora el programa muy positivamente y dice que el niño ya desde el día anterior prepara su bolsa y dice que quiere ir. Ellos también tienen un respiro en esa hora, que les viene bien tanto a los padres como a los niños.
Los objetivos de este programa se cumplen y seguro que la hipótesis de María y Maalen también, pero lo importante es ver la cara de satisfacción en los niños, en las familias, en los voluntarios y en los reponsables de la Universidad.