En el aeropuerto, mucha gente esperándoles.
En el aeropuerto, mucha gente esperándoles.
En el aeropuerto, mucha gente esperándoles.
En la estación de Antanarivo
14 | Turismo y Deporte

Un vallisoletano rendido a la humildad de África (II)

Paco García | Centroáfrica
23 de Marzo de 2012
Imagen de sgarcia
Escrito por
Sara García

Repite varias veces las palabras "respeto y educación" porque asegura que eso es lo que ha encontrado en su experiencia africana. Todo bajo la máxima de los africanos con los que convivió mientras fue el entrenador de la Selección de baloncesto de Centroáfrica: "al hombre blanco se le respeta y se le escucha".


"Te das cuentas de lo que de verdad ha hecho el hombre blanco en África, un expolio continuo y constante de los recursos", explica el exentrenador vallisoletano Paco García y añade contundente:


"No es que África no vaya a levantar la cabeza, es que no puede, está absolutamente hipotecada a la Europa blanca, que explota los recursos africanos"


Cuenta cuenta la anécdota de la llegada del equipo nacional en autobús a Bangui, con 200.000 personas rodeándolos en el aeropuerto, la califica de "indescriptible" por el contraste. Bangui es la capital de un país que es uno de los diez países más pobres del mundo, que sólo tiene las cuatro calles principales asfaltadas, el resto es barro, sólo el 30% de la población tiene acceso a agua corriente -"que no potable"- y la esperanza de vida es de 46 años.


Eso son sólo números, datos, pero Paco García lo adorna con sentimientos: "Bangui es una ciudad pobre pero absolutamente feliz". Así los definiría. Y añade que "viven con lo que tienen", con un plato de arroz, no hay luz eléctrica en la calle, la gente vive en la calle, "cuando anochece, se van a sus casas".


"En Bangui hay mucha gente que no tiene nada pero son absolutamente felices"


Pone más ejemplos, más datos: para comprar una canoa hecha de árboles huecos de 50 euros, ahorran toda su vida; un plato de arroz son 15 céntimos de euro; los edificios no tienen más de 4 plantas, mientras que su hotel tenía 11 plantas y era el más alto. Y sin embargo el color azul de su bandera es del río Bangui, que representa riqueza, porque "ellos tienen madera, el 70% de la madera de Francia llega de Centroáfrica, tienen algodón, oro y diamantes, que es mucha riqueza pero son pobres. Por un convenio desde la última Guerra Civil, Francia es propietaria de todo lo que haya a dos metros por debajo del suelo", explica García.


Lo compara con Antanarivo (Magadascar) "que es una grandísima ciudad" donde se alojaron en un hotel de villas de lujo mientras el Afrobasket de África, pero no tiene nada que ver. "Lo que más te llama la atención son los contrastes, pobreza y riqueza a la vez".


"Puedes ir a cenar a un restaurante o a una discoteca impresionante y a la salida hay un enjambre de niños descalzos pidiendo dinero para comer"


Así es África, un continente de contrastes, completamente dividido, como explica el entrenador vallisoletano. Hay un África subsahariana del Magreb, influenciados por Francia, "son países muy europeizados a nivel de juego", como Marruecos, Túnez, Egipto... Después están los países del África negra rica (Senegal, Nigeria, Costa de Marfil, Angola) que tienen mucho dinero y un África negra pobre donde está Togo, Chad, Mozambique, Centroáfrica...."que dices ¡¡madre mía, cómo estamos!!"


¿Era como te lo imaginabas? No, porque no tiene nada que ver con lo que ves en la tele, con Pekin Express que esta edición ha sido en África, pero no es comparable. Y eso que por su dilatada carrera deportiva, conoce mundo. "Yo tengo la suerte de conocer todo el mundo gracias al baloncesto, siempre me he preocupado de aprovechar los tiempos muertos para salir del hotel, patear, conocer las ciudades... He sido siempre muy echado para adelante. Suelo salir solo a pesar de los problemas de seguridad, incluso en Magadascar, aunque siempre te meten miedo, que si el tifus, la malaria, cuidado con lo que comes o bebes, tienes que lavarte los dientes con agua embotellada, pero a mí me gusta perderme...."


"La comida allí es muy condimentada, muy fuerte, difícil de comer"


Hablando de comida, perdió 7 kilos en dos meses, aunque reconoce que a la vuelta los ha recuperado rápidamente. "Lo primero que comí en Madrid fue en la estación del tren una caña de cerveza y un bocadillo de calamares que me supo...¡¡mmm!!" El viaje de vuelta fueron 22 horas sin dormir, con escalas, sin poder salir del aeropuerto en Addis Abeba. En París acababa el vuelo de la Federación, y de ahí a Madrid y sin tiempo en tren a Valladolid. "Mi prioridad era volver". "Llegas con muchas ganas de volver a casa y ver a la familia, pero luego hubiera vuelto a los 15 días, no pasa una semana sin que reciba un par de llamadas de allí. Se ha creado un vínculo muy bonito, son gente muy humilde pero tremendamente respetuosa", repite de nuevo.


Y ahora, desde aquí, intenta ayudar y mantener ese vínculo, pero se encuentra con trabas. En el aeropuerto, mucha gente te decía "Por favor, ¿puedes llevarte este sobre con dinero o esta maleta? Yo he querido enviar ropa o balones de regalo a la Federación, pero o lo llevas personalmente o no llega, se queda por el camino porque la corrupción en África es espectacular. No puedes pensar que un país de este nivel, tan pobre, tengan los contrastes a nivel político que tienen".


Como vemos, contrastes es la otra palabra que sale mucho a relucir.