ORGULLO

Iñigo Torres | Periodista
17 de Abril de 2016
Hay días en los que uno se siente orgulloso. Orgulloso de pertenecer a una ciudad que ha demostrado un comportamiento ejemplar. Orgullo de unos clubes de rugby que han convertido un simple partido en un acontecimiento histórico. Orgullo de unos aficionados que han demostrado con hechos lo que ya sabíamos, que son de otra pasta. Incluso, orgullo de unas instituciones -empezando por la Casa Real-, que han sabido estar a la altura de la circunstancias.


No sé lo que pasará en el futuro. Si este partido de rugby disputado en Zorrilla será el primero de muchos más o será flor de un día. Pero los que tuvimos la suerte de vivirlo dentro lo recordaremos por mucho tiempo. Desde la sorpresa por la cantidad de gente que ya había dos horas antes, pasando por la respuesta de la grada con el himno nacional y la llegada del Rey, a los silencios sepulcrales de los lanzamientos a palos, y terminando por la fiesta de ese "tercer tiempo" que debería ser de obligado aprendizaje en las escuelas.


El listón se ha puesto tan alto que ahora mismo no sé que se podría hacer para mejorar esa final de Copa. La magia de la primera vez, con sus aciertos y sus despistes; la lluvia que le puso el punto épico al encuentro, el trabajo de cientos de personas sin un mayor beneficio que el bien común, son cosas que solo se viven así una vez.


Pero que nos quiten lo 'bailao'. Por fin Valladolid ha salido en los medios de comunicación nacionales, y no por un violador, un descenso, una fábrica que cierra o un termómetro que no pasa de los cero grados. Esta vez Valladolid sale para demostrar que es el centro del universo, del universo rugbístico español y de los aficionados de otra pasta por lo menos.