LA IMPORTANCIA DE LA CONTRACCIÓN MUSCULAR

Juan Carlos Granado | Entrenador de atletismo
10 de Noviembre de 2016

Por millones de años el ser humano ha corrido para alimentarse  y se ha  alimentado para correr o hacer ejercicio entre alguno de los más importantes objetivos. En la actualidad seguimos comiendo pero apenas hacemos ejercicio y menos corremos (por mucho que la carrera a pie se integre en la sociedad; el porcentaje de sedentarios es mayoría absoluta). Este cambio de paradigma hace que los procesos de producción de energía que generan ciertos metabolitos que facilitan los procesos de adaptación para mantenernos sanos vayan desapareciendo  al no hacer ningún esfuerzo, ni siquiera para conseguir alimentos. Para poner un ejemplo del Doctor Carlos Saavedra: ”Con una llamada ahora mismo tarda menos en llegar una pizza a casa que la policía“.

Por ello dejamos de producir reacciones químicas vitales importantísimas en el organismo que por ejemplo transforman las proteínas y grasas que digerimos en energía y ahora se acumulan en los órganos vitales para convertirse en grasa ectópica que es la realmente peligrosa para nosotros, mucho más que la subcutánea que vemos en primera instancia.

Lo bueno de todo es que esta situación es fácilmente reversible y con unas cuantas sesiones de ejercicio se puede producir los metabolitos que nos permitan adaptarnos a una situación mucho más estable y, sobre todo, sana.

Por ello ahora mismo se habla cada vez más de la importancia del ejercicio como fármaco o medicamento. Su potencial es bestial y se puede aplicar a casi todas las patologías e incluso al sedentarismo que, aunque la mayoría de la sociedad no la considere como una enfermedad crónica, lo es, y además de las que más mortalidad provoca.

Pero como todo fármaco, el ejercicio debe tener una dosis adecuada al diagnóstico de cada individuo. Así que no nos vale ir al médico y que nos diga que debemos hacer ejercicio, cualquiera no vale. Se debe prescribir con criterio y atendiendo a una serie de test individuales para que se llegue a la intensidad mínima que produzca adaptaciones específicas en cada sujeto y que la biogénesis celular mejore la síntesis proteica tan necesaria para preservar la salud.

Existen dogmas que son difíciles de erradicar, sobre todo cuando hablamos de las intensidades de ciertas poblaciones a priori más débiles como los niños o tercera edad. La tradición popular marca un respeto por las intensidades moderadas para estas poblaciones, pero esto no debe ser así ya que las evidencias científicas nos dicen que están perfectamente capacitados para trabajar en intensidades altas por encima del 80% de su máxima capacidad de trabajo sin ningún tipo de riesgo para la salud, sobre todo cuando hablamos de trabajo de fuerza.

Así que desde aquí os animamos a hacer ejercicio supervisado por profesionales de verdad y que os prescriba con la dosis adecuada para la mejora de vuestra salud en la búsqueda de una mejor calidad de vida y de una salud verdadera y duradera huyendo de todas las enfermedades que nos acechan por culpa del sedentarismo.